Me hablaron de deslumbrantes casas pintadas de blanco y añil. De olores y sabores que estimulan los sentidos. De perderse en un mar de olas doradas. De sentirse insignificante bajo un cielo plagado de estrellas donde, al amanecer, se adivinan las siluetas negras de las dunas que se vuelven de oro con la llegada del día. Me hablaron de pueblos amurallados de color tierra. De oasis increíblemente verdes y del silencio impresionante del desierto. Me hablaron de Marruecos.
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