Me duele escribirte, pero me duele más todo lo que has provocado en mí. Me molesta que me hayas arrastrado con tus dudas, que me hayas envuelto en un huracán del que nunca encontré salida. Me arrojaste a la tormenta de tu indecisión, me hiciste creer en algo que al final resultó ser solo un reflejo de tu inseguridad.
Y sin embargo, aquí estoy, escribiéndote. No porque quiera, sino porque parece que aún no sé cómo soltar todo esto que me pesa en el pecho. Me odio por ello, por seguir dirigiéndome a quien solo me ha mostrado indiferencia cuando más necesitaba certeza. Me humillé en nombre del amor, me entregué sin reservas, y lo único que recibí a cambio fue desprecio. Así que qué más da que ahora derrame unas palabras más en este escrito.
A veces me pregunto qué tan bajo puede caer alguien por el amor de otra persona. Yo caí. Me perdí en la esperanza de que fueras diferente, en la ilusión de que había algo real en lo nuestro. Pero lo único real fue el daño. Y lo peor de todo es que sé que jamás sentirás remordimiento. Sé que mientras yo lloraba por las veces que me hiciste a un lado, tú te divertías, reías, ignorando la realidad que dejabas tras de ti.
¿Te gustó experimentar conmigo?
Ahora mi mente es un caos. Mis valores tambalean y mi orgullo se desmorona con cada recuerdo. Quisiera decirte que te deseo lo mejor, pero sería una mentira. No puedo. Desearía, en cambio, que por una vez sintieras en tu propia piel el peso de cada lágrima que derramé por ti. No por venganza, sino para que entiendas lo que provocaste.
Mi mayor defecto es el rencor, pero mi mayor virtud es que jamás actúo por él. Así que vive, diviértete, sigue adelante como si nada hubiera pasado. Al menos haz que todo este dolor haya valido la pena.
Ojalá nada de esto hubiera ocurrido. Ojalá pudiera seguir confiando en ti, proyectando un futuro a tu lado, amándote sin miedo. Pero la realidad es otra. Y aunque aún te amo, sé que debo soltar lo que nunca me perteneció.
Me molesta que me hayas arrastrado con tus dudas, que me hayas hecho perderme en el caos de tu inestabilidad. Pero ahora entiendo que mi certeza contigo no fue más que un reflejo de mi propia confianza, y que tu falta de certeza conmigo solo demuestra tu falta de confianza en ti mismo. Ojalá algún día la encuentres. O al menos, dejes de arrastrar a otros en tu jodido proceso.
OPINIONES Y COMENTARIOS