Tuve la ilusión de hacerte ver mis ganas, la certeza que un día te darías cuenta de todo, que levantarías la cabeza y me verías, esperándote. Todos los folletos arrugados, desordenados, intentando no desbordar la estantería me recordaban cada mañana que mi lucha era inútil, que los lugares pensados se iban a quedar anhelando salir de mi estudio, ansiosos de que los disfrutáramos.

Pero hoy de vuelta de un viaje en soledad he sonreído al darme cuenta que mi viaje has sido tú.

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