Cartas a Amaiia: El amor que nunca se apaga Sinopsis: Raymond nunca imaginó que la vida lo alejaría de lo más sagrado que tenía: su hija, Amaiia. Ahora, sin poder verla crecer, sin poder abrazarla cuando llora o celebrar sus logros, siente que su corazón se parte en mil pedazos. Pero el amor de un padre no se apaga, ni con la distancia, ni con el tiempo, ni con los errores. Por eso, le escribe. En cada palabra, en cada carta, Raymond le entrega lo único que aún puede darle: su amor inmenso y eterno. Le habla de los días que nunca podrán compartir, de las risas que se quedaron atrapadas en su pecho y de las lágrimas que ella nunca vio, pero que cayeron en su nombre. Es un testimonio de amor, de arrepentimiento y de la promesa inquebrantable de un padre a su hija: «Amaiia, aunque no pueda estar contigo, te amaré hasta el último latido de mi corazón.» 1: Cuando supe que existías Raymond recuerda el momento en que supo que sería padre. El miedo, la alegría, las promesas que se hizo a sí mismo y a ella antes de conocerla. 2: El día que llegaste al mundo El nacimiento de Amaiia fue el instante más hermoso y aterrador de su vida. La describe con detalle: sus manitos diminutas, sus ojitos llenos de luz, el sonido de su primer llanto que marcó su alma para siempre. 3: Mis errores, nuestra distancia Raymond abre su corazón sin miedo. Habla de las decisiones que lo alejaron, de los momentos en que pudo haber elegido un camino distinto y no lo hizo. No busca justificar nada, solo decirle la verdad. 4: Tu cumpleaños sin mí El 3 de marzo, Amaiia cumple 3 años. Raymond imagina la fiesta que nunca podrá darle, el abrazo que no podrá entregarle, las palabras que quisiera susurrarle al oído mientras le dice cuánto la ama. 5: Los abrazos que no te di Cada día que pasa sin ella es un día que se lleva consigo un «te quiero», un «te extraño», un beso en la frente y una caricia en su cabello. Este capítulo es un desahogo: la tristeza de un padre que siente que el tiempo le roba a su hija. 6: Si estuvieras aquí Raymond sueña con un solo día con Amaiia. Imagina llevarla al parque, enseñarle a jugar, cantarle una canción antes de dormir. Cierra los ojos y la ve, la escucha, la siente… aunque la realidad le grite que ella está lejos. Capítulo 7: El amor que nunca entenderás (pero siempre sentirás) Raymond le habla a su hija sobre el amor que los une. Un amor invisible, silencioso, pero tan fuerte que ni la distancia ni los años podrán borrarlo. Le dice que, aunque no pueda verla, siempre la lleva en su corazón. Capítulo 8: Mis consejos para ti, mi pequeña estrella ¿Qué le diría si pudiera guiarla en la vida? Raymond le escribe sobre el valor de la bondad, de la honestidad, de la fortaleza. Son palabras que espera que algún día le lleguen y la acompañen siempre. Capítulo 9: Perdóname, pero nunca dudes de mi amor Raymond sabe que algún día, cuando Amaiia crezca, podría preguntarse por qué su padre no estuvo ahí. En este capítulo, le dice cuánto lamenta su ausencia, pero también le ruega que nunca dude de cuánto la ama. Capítulo 10: Mi última promesa En la última carta, Raymond le deja a Amaiia su promesa más grande: «No importa dónde estés, no importa cuántos años pasen, si alguna vez necesitas a tu papá, solo mira el cielo. En cada estrella, en cada rayo de sol, en cada latido de tu corazón… ahí estaré.» Fin Autor:RJCV
Cartas a Amaiia: El amor que nunca se apaga Sinopsis: Raymond nunca imaginó que la vida lo alejaría de lo más sagrado que tenía: su hija, Amaiia. Ahora, sin poder verla crecer, sin poder abrazarla cuando llora o celebrar sus logros, siente que su corazón se parte en mil pedazos. Pero el amor de un padre no se apaga, ni con la distancia, ni con el tiempo, ni con los errores. Por eso, le escribe. En cada palabra, en cada carta, Raymond le entrega lo único que aún puede darle: su amor inmenso y eterno. Le habla de los días que nunca podrán compartir, de las risas que se quedaron atrapadas en su pecho y de las lágrimas que ella nunca vio, pero que cayeron en su nombre. Es un testimonio de amor, de arrepentimiento y de la promesa inquebrantable de un padre a su hija: «Amaiia, aunque no pueda estar contigo, te amaré hasta el último latido de mi corazón.» 1: Cuando supe que existías Raymond recuerda el momento en que supo que sería padre. El miedo, la alegría, las promesas que se hizo a sí mismo y a ella antes de conocerla. 2: El día que llegaste al mundo El nacimiento de Amaiia fue el instante más hermoso y aterrador de su vida. La describe con detalle: sus manitos diminutas, sus ojitos llenos de luz, el sonido de su primer llanto que marcó su alma para siempre. 3: Mis errores, nuestra distancia Raymond abre su corazón sin miedo. Habla de las decisiones que lo alejaron, de los momentos en que pudo haber elegido un camino distinto y no lo hizo. No busca justificar nada, solo decirle la verdad. 4: Tu cumpleaños sin mí El 3 de marzo, Amaiia cumple 3 años. Raymond imagina la fiesta que nunca podrá darle, el abrazo que no podrá entregarle, las palabras que quisiera susurrarle al oído mientras le dice cuánto la ama. 5: Los abrazos que no te di Cada día que pasa sin ella es un día que se lleva consigo un «te quiero», un «te extraño», un beso en la frente y una caricia en su cabello. Este capítulo es un desahogo: la tristeza de un padre que siente que el tiempo le roba a su hija. 6: Si estuvieras aquí Raymond sueña con un solo día con Amaiia. Imagina llevarla al parque, enseñarle a jugar, cantarle una canción antes de dormir. Cierra los ojos y la ve, la escucha, la siente… aunque la realidad le grite que ella está lejos. Capítulo 7: El amor que nunca entenderás (pero siempre sentirás) Raymond le habla a su hija sobre el amor que los une. Un amor invisible, silencioso, pero tan fuerte que ni la distancia ni los años podrán borrarlo. Le dice que, aunque no pueda verla, siempre la lleva en su corazón. Capítulo 8: Mis consejos para ti, mi pequeña estrella ¿Qué le diría si pudiera guiarla en la vida? Raymond le escribe sobre el valor de la bondad, de la honestidad, de la fortaleza. Son palabras que espera que algún día le lleguen y la acompañen siempre. Capítulo 9: Perdóname, pero nunca dudes de mi amor Raymond sabe que algún día, cuando Amaiia crezca, podría preguntarse por qué su padre no estuvo ahí. En este capítulo, le dice cuánto lamenta su ausencia, pero también le ruega que nunca dude de cuánto la ama. Capítulo 10: Mi última promesa En la última carta, Raymond le deja a Amaiia su promesa más grande: «No importa dónde estés, no importa cuántos años pasen, si alguna vez necesitas a tu papá, solo mira el cielo. En cada estrella, en cada rayo de sol, en cada latido de tu corazón… ahí estaré.» Fin Autor:RJCV
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