Me levanté temprano, nervioso, mi madre y mi abuelo decían que no pasaba nada, estaban alterados, mí hermana entraba y salía pese a las advertencias de los mayores, mamá ya había tirado dos macetas por la ventana.
Mí abuelo tenía una taberna, anoche lo oí llegar muy enfadado porque un francés se propasó con mi hermana, y mi cuñado Antonio quería matar al gabacho, mí padre estaba en la cárcel, porqué un día salió con una navaja «a la caza del francés»y no volvió más, desde ese día mi madre vestía de negro y solo se asomaba a la calle cuando tiraba cosas por el balcón.
Era el primer lunes de Mayo, todo era raro, mí hermana estaba triste, mi abuelo pensativo y mi cuñado decía que se iba a unir a un grupo en el palacio de Monteleón.
De pronto se oyeron muchas voces por la calle, nos asomamos y había un montón de mamelucos y gente con palos, mi madre y mi abuelo empezaron a tirar por las ventanas todos los muebles que podían, yo también tiraba cosas, daba risa y mucho miedo.
_¡Que nos lo llevan! ¡Que se llevan al infantito!gritaban, a mí me daba igual, yo solo quería que volviera mi padre y que se fueran los franceses.
Cuando pasó todo nos dimos cuenta de que mi hermana y mi cuñado no estaban, nos miramos con cara de susto, seguro que se habían ido al Palacio de Monteleón donde dos capitanes y un teniente estaban surtiendo de armas a el pueblo, llamaron a la puerta, era una vecina.
_¡ Tu Benita y Antonio! Ellos …_no pudo seguir hablando.
Así murieron mi hermana y su novio, quince años ella, diecisiete él, mi madre y mi abuelo no me dejaron físicamente, pero fueron muertos en vida, mi infancia también murió ese día, me dediqué a cuidar de ellos y a investigar sobre otras personas que murieron aquel día, algunos tienen calles en su honor, Benita Pastrana una placa en su honor.
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