Hace un tiempo plante un rosal,
después de un tiempo comienza a brotar.
«Oh mi pequeña rosa, estás preciosa»
la lleve a un lugar donde estaría segura,
dónde florecería sin ninguna duda.
Mi pequeña esta muriendo, que es lo que estará ocurriendo,
no me percate que la puse en un lugar inadecuado,
creo que no lo pensé, cuando vi aquel otro rosal florecer.
No me di cuenta de lo especial que eras, comenté,
trate de cambiarla a un lugar mejor,
pero sus raíces no querían dejar esa tierra a la que se aferro.
Ella lo sabe, sabe que nunca tendrá lugar en esa tierra,
pero es lo que ella más desea,
aunque su vida esta siendo desvanecida, no se quiere dar por vencida.
Todos le dicen «Ya ríndete, esa tierra jamás cambiara»,
pero, solo quiere ser amada por quien fue destinada.
Y se aferra, se aferra en donde sabe que no va a florecer,
no entiende que esa tierra no le dará lo que necesita para vivir,
sin embargo, cree que algún día cambiara,
pero jamás la aceptara.
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