—¿No existe? —pregunta Eva.
—¡No! ¿Has visto alguna rata por ahí cargando un saco de euros?
Eva escucha a su amiga Laura en el parque mientras se menea el colmillo. Que el Ratoncito Pérez no exista le alivia. Siempre le había dado repelús. Pero lo de los euros… eso sí que le gustaba.
—Tampoco he visto nunca ningún camello en enero —susurra Eva, ya no tan contenta.
—Pues eso. Tus padres —cierra la conversación Laura, satisfecha.
Hoy vuelve a casa despacio. El sol alarga sus últimos dedos entre los troncos cuando llega a cenar.
—¿Te duele el diente, cariño? No comes nada —pregunta su madre.
—Un poquito más que otras veces.
Eva se deja caer de las silla y arrastra los pies hasta el baño. Mira los hilitos de sangre resbalando por el lavabo mientras se lava los dientes. Sale dispuesta a avisar a sus padres de que a partir de esa noche ya no tendrán que hacer de roedores y tampoco de camellos nunca más.
Se va al salón pero se para en la entrada. El diente le arde, le pinza la mejilla por dentro y la estira como mozzarella. Le dedicaría su primera palabrota si se atreviera. Mira a sus padres de reojo y se topa con la consola de la última Navidad. ¿Habrá sido su último regalo?
—Hasta mañana.
—Buenas noches, Evita. ¿Avisamos a Pérez?
—Puede que mañana.
Se escabulle a su habitación. Necesita estudiar su diente para ver de cuánto tiempo dispone antes de decidir si confiesa o no. Apaga la luz y se instala bajo el edredón provista de una linterna y un espejito. Abre la boca. Empuja el canino con la lengua; hay una llaga que se ha formado tras repetir este gesto decenas de veces. Tictac. Conoce esa fase, se ve el surco donde estuvo bien aferrado, la raíz flaca, la oquedad donde se balancea.
Su osita jamás había estado tan callada. Sale del edredón acalorada, enciende la luz. En el borde de la cama se amarra al espejito: pequeñas burbujas de sangre se arremolinan en torno al colmillo. La boca le sabe a hierro. Y, de repente, clac. Observa la piececita irregular y puntiaguda como una lanza. Mira en su reflejo la cicatriz y sonríe.
Eva trepa hasta la estantería y saca de la hucha un euro que coloca junto al diente en el escritorio. Sus padres lo encontrarán mañana.
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