Había decidido que cuando creciera sería astronauta; su mayor ilusión era conocer el espacio, pero su hermano mayor lo bajó de la nave antes de despegar. «Nunca serás un astronauta porque eres pequeño, débil y estúpido», le dijo. En segundos, todos sus sueños e ilusiones quedaron esparcidos como polvo cósmico, pero la vida busca el equilibrio; solo bastó que la niña de sus sueños rechazara al bravucón de su hermano para devolverle la lección de crueldad que él mismo le había enseñado: «No te quiere porque eres flaco, feo y estúpido, ah, y también hueles mal», le dijo. Lo más lamentable fue que disfrutó hacerlo añicos.
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