Él nació en un ambiente tóxico, donde los ruidos de fuegos artificiales son balazos, donde los niños corren porque están escapando, donde el único lugar seguro trabaja hasta altas horas de la noche y donde se busca experimentar algo distinto consumiendo en exceso.
Una tarde, llegó de casualidad a una plaza donde celebraban el cumpleaños número seis de una niña. Los adultos que lo vieron no lo reconocieron entre los invitados, sin embargo, la madre le preguntó por su edad y, sorprendida de su respuesta porque por sus rasgos aparentaba más, le pidió que se retirara, pensando que le estaba mintiendo.
Él recordaría esta anécdota al año siguiente, mientras escuchaba que sería trasladado a un hogar de menores porque por su edad no era posible ser sentenciado como adulto. Sin sentir dolor ni lástima, reflexionaría de camino a su nueva habitación, llegando a la conclusión de que tal vez, antes de cumplir los catorce, él también hubiera merecido cumplir seis.
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