Sueño con esta ciudad y aquella maravillosa nevada cubriendo parcialmente las torres puntiagudas y oscuras de las iglesias, desafiando el blanco manto de la nieve. Las pequeñas luces de colores, parpadeantes como perlas preciosas, adornando las ventanas. En el aire flotaba un aroma a castañas asadas; la gente portaban paquetes de regalos y ramas de acebo. Hasta mis oídos llegaba, suavemente, un villancico, y me sentí feliz. Siempre soñé vivir esta aventura, y entonces será el viaje de mi vida.


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