CUENTA ATRAS

CUENTA ATRAS

ELEZ

16/01/2025

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Ocho de la mañana. La luz del sol entraba a raudales por la ventana. Toñín salió de la cama de un salto y corrió en pijama por el pasillo. ¿Han venido lo Reyes?, gritaba henchido de ilusión, ¿han venido los Reyes? Comprobó que los tres vasos de leche que había dejado sobre la mesita de la entrada la noche anterior estaban vacíos. Y de las galletas en el plato solamente quedaba una. Emitió un suspiro de alivio y entró en el salón. Papá, sentado en su sillón junto a la chimenea, leía el periódico. Mamá sonreía desde la cocina mientras terminaba de preparar la bandeja del desayuno. Un dulce aroma a chocolate a la taza y roscón flotaba por toda la casa. Aún olía a Navidad en el ambiente. Alrededor del árbol, que simulaba un abeto, engalanado de bolas, luces y espumillón, se disponían los paquetes envueltos en papel de regalo. Portarse bien durante todo el año había tenido su recompensa. Se sentó en el suelo con una sonrisa bien abierta. Le costaba decidirse por cuál empezar a desembalar. El primero que abrió fue uno de forma rectangular, blandito al tacto. Rompió el envoltorio de vistosos colores y ante sus ojos se desplegaron unas bolsas de plástico con calcetines, camisetas y calzoncillos blancos en su interior. Frunció el ceño unos instantes, pero no le dio mayor importancia. Apartó todo aquello a un lado y continuó abriendo regalos: camisas de manga larga, pantalones de vestir, jerséis de cuello vuelto, un reloj de cuerda, un estuche con un bolígrafo y una pluma plateados, un frasco de colonia, libros y cuadernos, una bufanda de lana, un chándal. Sintió un extraño hormigueo en la boca del estómago ¿Y la peonza que pedí? ¿Y el coche de carreras? ¿Y el balón de futbol? Ven, Antonio, Papá se quitó las gafas de leer, tu madre y yo tenemos que contarte algo sobre los Reyes Magos.

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