En la Aldea se hablaba de otras tierras donde la vida estaba llena de comodidades. También se decía que si estudiabas podías tener un trabajo donde ganar mucho dinero, más del que él nunca había visto y si te ponías malo había centros donde te curaban y cuidaban.
También le contaron que para llegar a esas tierras lejanas había que cruzar una gran masa de agua y que era peligroso, tenías que llegar andando desde la Aldea hasta la costa y allí montarte en una barca con mucha más gente.
Said, a veces, solo a veces, pensaba que algún día él podría hacer ese viaje.
Una calurosa mañana, el padre de Said le llamó y le explicó que en su Aldea había un futuro incierto, que sus vidas allí estaban en constante peligro, que su país no era seguro y que por eso había luchado para conseguir el dinero necesario para que pudiera emprender el viaje a una nueva vida llena de oportunidades, desde donde también podría ayudar a sus hermanos pequeños.
El viaje debía iniciarlo al día siguiente.
Said pasó toda la noche sin dormir. Su Aldea era el único hogar que había conocido, allí estaban sus padres, sus hermanos, sus costumbres, su idioma…
Su padre había decidido ese viaje y Said no tenía nada que oponer, su padre era sabio y sabía lo que era mejor para él.
El viaje hasta el mar fue tan duro que pensó que no llegaría nunca. Largas horas de camino cargando con su soledad, con sus miedos, con la usencia de los seres a los que amaba.
Pero llegó; se montó en una barca llena de gente tan asustada como él, algunos con niños muy pequeños en sus brazos, aterrados, hacia un camino a lo desconocido.
Durante las horas que duro aquella travesía no habló con nadie, el miedo les tenia a todos paralizados, solo se oía el llanto de algún niño pequeño que no podía dormir por el frio, o quizás por el hambre.
La embarcación llegó a su lugar de destino, donde un grupo de personas a las que nunca había visto y de las que no sabía nada, le acogieron, le abrigaron y le dieron de comer. Se sintió reconfortado, después de tantos días inciertos. Said no se permitió llorar, su alma de niño se había quedado en su Aldea.
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