Sentados a la puerta de un burdel, vimos pasar un carro repleto de cadáveres; nunca olvidaré esa imagen, tampoco las palabras de mi padre: “el fin del mundo está cerca, ya sabía yo que, con el inicio del siglo XX, esto se acababa, está muriendo mucha gente y nadie sabe lo que está pasando”.
Días antes había tomado una decisión que nos cambió la vida, una tarde me dijo que le acompañara, cuando llevábamos un buen rato caminando se detuvo para preguntarme:
—¿Cuántos años tienes?
—Catorce, cumplidos.
—Lo sabía. Ya no eres un niño.
Continúo caminando y llegamos a una casa blanca, con un cartel en el que ponía “la Dolores”.
—Ya hemos llegado, ahora vas a ser un hombre de verdad. De momento, me vas a esperar sentado en aquel poyete.
Entonces, se encaminó hacia el interior, lo vi desaparecer con una extraña sensación entre alivio y miedo. Pasaban los minutos y no volvía, por fin, la puerta se abrió y salió mi padre con cara de pocos amigos, se colocó frente a mí y me dijo:
—No te fíes nunca de las putas, hijo.
Una semana después, mi padre volvió a repetir el gesto indicando que le acompañara. Cuando llegamos cerca de la casa blanca, mi padre se sentó conmigo y me dijo:
-Hoy te estrenas como un hombre. Ahora voy a ver a las putas estas y les diré que te tienen que estrenar, pero me lían y me gasto todo el dinero sin dar posibilidad de que pases tú también. Ahora vuelvo a por ti.
Se encaminó hacia la puerta de entrada sobre la que destacaba algo que no estaba el día anterior, un cartel. Mi padre se dio la vuelta hacia donde yo estaba y me dijo:
— ¿Tú sabes leer verdad?
—Sí.
—Pues dime lo que pone ahí
Al acercarme me temblaban las piernas, ya entendía de lo que se trataba eso de comportarse como un hombre, lo había escuchado en alguno de los almuerzos. Leí en voz alta el cartel, en letras grandes ponía CERRADO y, a continuación, por fallecimiento de todo el personal.
Cuando lo escuchó, se echó las manos a la cabeza y me señaló el camino de vuelta. A los pocos días padre falleció, y yo tardé todavía bastante en ser un hombre, pero esa ya es otra historia.
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