El último gol

El último gol

Meri Palas

10/01/2025

5 Aplausos

0 Puntos

67 Lecturas

El aire cargado de humedad dejaba un sabor terroso en la lengua mientras los pies descalzos de Iván golpeaban con fuerza el suelo. El balón rodó hacia el poste improvisado, una vieja silla volcada, y rebotó con un golpe hueco. Atrás, Diego estaba sentado en las escaleras, moviendo un palito entre los dedos, con los ojos perdidos en algo que Iván no podía ver.

—¡Gol! —gritó Iván, alzando los brazos, pero su voz se perdió entre los pasos de sus amigos que ya se iban, arrastrando sus mochilas por el polvo. Se giró hacia Diego y agitó el balón como si fuese un trofeo.

Su hermano no levantó la cabeza. Hundía el palito en la tierra, dibujando espirales que el viento deshacía.

—¿No vienes? —preguntó Iván, con la respiración entrecortada.

Diego aplastó el dibujo con la suela de su zapatilla y se levantó.

—No tengo tiempo para niñerías. —Su voz sonó ronca, casi seca.

Iván se quedó con el balón en las manos, mirándolo alejarse. Su figura se perdió entre los callejones, donde las farolas aún no habían encendido su luz mortecina.

Esa noche, mientras cenaban, Diego comía despacio, como si masticara más aire que comida. Cuando su madre le hizo una pregunta, él levantó los hombros y se fue sin decir nada. El portazo resonó en el silencio que quedó tras de él.

Al día siguiente, Iván lo siguió. Vio cómo su hermano se deslizaba hacia el callejón trasero, donde un grupo de chicos mayores se repartía algo entre risas sordas. Diego encendió algo, una pequeña brasa que iluminó sus dedos temblorosos.

Iván se acercó con el balón apretado contra el pecho, el cuero viejo y desgastado se hundía bajo sus manos sudorosas. Al verlo, Diego lo encaró con un destello de rabia en los ojos.

—¿Qué haces aquí? —gruñó.

Iván tragó saliva.

—Te estaba buscando.

Diego bufó y lo apartó con la mano.

—Vete a casa.

Pero Iván no se movió. Se fijó en las manos de Diego, que seguían temblando, y en el brillo apagado de sus ojos. Un nudo le apretó el estómago, y el balón cayó al suelo.

Esa noche, cuando se acostó, sintió que el peso del balón había quedado allí, en el callejón, entre las sombras que ahora parecían mucho más largas.

Votación a partir del 16/02

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS