Cuando se cierra el telón

Cuando se cierra el telón

Ana Mil Días

11/01/2025

3 Aplausos

19 Puntos

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Me presenté a aquel concurso literario por   escribir.
Los relatos premiados serían publicados en una edición cuidadosamente elaborada y con un escaso número de ejemplares.

Además los autores de los tres relatos seleccionados serían premiados con un viaje de una semana con elección de destino y sin acompañantes.

Envié Seres de otro mundo convencida de que no sería seleccionado. 

Los tres premiados acudimos a la entidad organizadora, una editorial que apoyaba a aquellas personas que habían tenido alguna experiencia…¿mágica? Vamos, que pensé que me estaban tomando el pelo. 

– El señor Lanuza pasó a explicarnos en que consistía el galardón

– Habéis sido premiados con un viaje de una semana. Podréis viajar a la semana de vuestra vida a la que queráis regresar. 

Partiréis en 2 horas.

Álex obtuvo el segundo premio y ésta es su historia 

Comenzaré mi historia por el final, cuando regresé de mi semana. Antes de partir definitivamente, le pedí por última vez dinero a mi hermana para comprarme una botella de vino. Toda la vida había sido un déspota y un grosero pero lo que con 20 años podía tener la gracia de tipo duro, la perdió por completo cuando a los cuarenta estaba gordo, totalmente avejentado y tosía como un viejo moribundo. 

Hacía años que mi vida no era otra cosa que nadar en océanos de alcohol y ya había quemado todas mis naves, me había cargado a mi familia y todo a lo que se me había acercado y estaba exhausto. Morir es como atravesar una cortina, o como cuando se cierra el telón en un escenario y acaba la función. Mi corazón se paró y entonces volví de nuevo a ser un niño, pasé de nuevo por el altar, a correr en moto de camino a la playa de mi infancia y al portal de mi casa. Y allí volvió a pasar mi vecina vestida con una chaqueta tan cursi como ella.

Mi hija envió un relato a aquel certamen a mi nombre porque era menor de edad y las bases no le permitían participar. Un par de días antes me encontré a la niña de la chaqueta rosa, de la que tanto nos habíamos reído convertida en una mujer atractiva que me sonrió en el supermercado donde me acababa de comprar una botella de whisky barato. Así que cuando me ofrecieron viajar a una semana de mi vida, lo tuve claro.

Llegué en mi moto. Pasé los dedos por mi cabeza y me sorprendió la espesura de mi pelo. No recordaba que mis piernas hubieran sido tan fuertes y casi vuelco la moto al ponerle el caballete. Bajamos a la calle a fumar un rato, y estando allí pasó ella.

Yo tenía mi cigarro en la mano y le quemé la manga de su chaqueta. Tal y como lo había hecho en su día, pero la miré con todo el amor que durante años no había demostrado por nadie.

 -¿Por qué lo has hecho? preguntó 

-Porque soy gilipollas- respondí

 

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