Este año fue complicado, mucho más de lo que planeé debido a la ruptura que tuve con mi pareja. Eso desestabilizó todo lo que era mi vida hasta ese momento; cambió planes, cambió rutinas, cambió afectos, sobretodo me cambió a mí. Tuve que ser totalmente honesta y valiente una vez más y enfrentarme a la incertidumbre. Enfrentarme al hecho que desde el año anterior en mí se venía gestando un cambio grande, porque me estaba reconectando con sueños olvidados, reconectando con mi esencia y mis anhelos de libertad e independencia que siempre me han guiado. Este año me enfrenté a la incertidumbre de empezar de nuevo, sin pareja, sin casa, con un trabajo inestable y volviendo a vivir en casa de mis papás. Sólo me aferraba a la certeza de hacer lo correcto para mí, de haber escuchado mi intuición que me indicaba que los cambios eran necesarios y que debía confiar en el proceso. Y el proceso me tiene acá resumiendo mi año, con menos cosas pero más certezas, con poco dinero pero con alegría, esperanzas y sueños. Confiando, confiando que cada paso que doy me acerca a un destino incierto pero perfecto para mí.
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