En una galaxia distante, en el año 3070, en el deslumbrante planeta Nublar Prime, vivía una joven subatómica llamada Stella Cinder. Su existencia estaba envuelta en un campo de partículas exquisitas que dejaban a su paso destellos de colores radiantes, iluminando el entorno con una belleza efímera y vibrante. Sin embargo, la pobre Stella vivía atrapada en una dimensión cuántica, regida por las leyes del Zapato Cósmico, una filosofía que veía en los zapatos la metáfora perfecta para el viaje de la vida: cada paso, una nueva realidad. ¿Quién iba a pensar que los zapatos tendrían tanta importancia en el vasto cosmos?.
Stella pasaba sus días soñando con escapar de las limitaciones de su diminuto universo. Aunque era tan chiquitita que a su papá le faltó polvo, su espíritu era grande y lleno de ambición. Sin embargo, su vida estaba bajo el control de la temible Lady Entropía, una fanática del orden y la estabilidad. Lady Entropía, con su obsesión por el control, veía a Stella como una amenaza a su frigidez cósmica. Se nota que era una mujer a la que le faltaba lo que se le perdió, un hombre.
Un día, mientras observaba el cosmos desde su prisión cuántica, Stella recibió una invitación holográfica para la Fiesta Estelar, un evento interdimensional que sonaba más impresionante que la última cena de gala del Vaticano. La invitación brillaba con colores que Stella jamás había visto, y sus partículas vibraron de emoción, que casi llegó a tener un orgasmo. «¡Una fiesta!», exclamó. Pero su entusiasmo fue rápidamente aplastado cuando Lady Entropía interceptó la invitación. «¡No, no, no!», exclamó Lady Entropía. «No quiero ninguna subversión en mi hogar.»
Desesperada por escapar, la joven subatómica cayó en un estado de profunda tristeza, más profundo que un agujero negro de aquellos que solo algunos recordamos y que con mucho esfuerzo lo hacemos (aunque nos hacemos los tontos). Pero justo cuando parecía que toda esperanza estaba perdida, apareció QuantuMaria, una entidad etérea que se materializaba como fluctuaciones cuánticas. QuantuMaria, que parecía hecha de energía pura y fluctuante, prometió ayudarla.
«Todo es posible, mi querida… Podrás ir a la Fiesta Estelar,» dijo QuantuMaria con una voz que sonaba como un coro de iglesia. Con un suave movimiento de sus manos, transformó las partículas de Stella, envolviéndola en un vestido de luz estelar y zapatos que dejaban una estela de colores a cada paso. «Pero recuerda que esto dura poco tiempo. Así que, ¡zapatea rápido, mi niña!»
En la Fiesta Estelar, Stella encontró un universo de maravillas que superaba cualquier sueño. Entre los asistentes, destacaba el deslumbrante Lord Neutrino, un ser cuántico que viajaba a través de dimensiones con su nave estelar “La Aurora Interdimensional”. Al verla, Lord Neutrino quedó tan cautivado por la singularidad de Stella que se le olvidaron todas las leyes de la física que había aprendido en la escuela cuántica. Sin dudarlo, la invitó a un viaje a través de agujeros de gusano y paisajes fractales.
El viaje comenzó, desafiando las leyes del espacio y el tiempo. Juntos, volaron a través de un túnel de colores infinitos, pasando por universos paralelos y realidades alternas. Lord Neutrino le mostró mundos donde las leyes de la física eran meras sugerencias, y donde cada pensamiento podía alterar la realidad. «¿Ves ese planeta con las montañas flotantes?», preguntó Lord Neutrino. «Ahí es donde va a parar toda la pizza que desaparece misteriosamente de la nevera.»
Mientras Stella y Lord Neutrino exploraban el cosmos, Lady Entropía, tramaban un plan para sabotear su viaje. Enviaron perturbaciones cuánticas para desestabilizar la ruta de “La Aurora Interdimensional”, desencadenando una batalla cuántica entre el caos y la armonía. Los vórtices de energía giraban a su alrededor, y los paisajes fractales se retorcían en patrones caóticos. Era como estar en medio de una lavadora cósmica.
Stella, armada con la magia de QuantuMaria, se enfrentó a las fuerzas desatadas por Lady Entropía. Utilizó la energía fluctuante para estabilizar los caminos cuánticos y guiar a la nave fuera del peligro. Pero las perturbaciones continuaban, y la batalla se intensificaba con cada segundo. «¡Esto es peor que intentar coordinar un cumpleaños de monos!», gritó Stella mientras esquivaba una bola de plasma.
Posteriormente, llegó el baile cósmico en el centro de un vórtice estelar. Stella y Lord Neutrino, conectados a un nivel cuántico, comenzaron a girar juntos en una danza de partículas y energía. La fusión cuántica entre ellos desencadenó una reacción en cadena de energía estelar, desdoblando la realidad misma. La galaxia entera fue testigo de una sintonía cuántica, un estallido de luz y sonido que desafiaba cualquier comprensión lógica. Era un espectáculo tan alucinante que incluso los agujeros negros se detuvieron a mirar.
La energía liberada en la danza alcanzó a Lady Entropía, disolviendo sus malvados planes en el éter cósmico. La estabilidad y el orden que Lady Entropía tanto deseaba se fragmentaron, y en su lugar surgió un nuevo equilibrio, una armonía entre el caos y la estructura. «¡Al diablo con el orden!», gritó la Lady mientras se transformaba en un arco iris de energía pura.
Cuando la danza terminó, la feliz pareja se encontró en un plano de existencia pura, una dimensión más allá de la comprensión ordinaria. En este lugar, todas las posibilidades eran reales y todas las realidades eran posibles. Aquí, Stella entendió el verdadero poder del Zapato Cósmico: cada paso que daba no solo transformaba su camino, sino que también moldeaba el cosmos. «Así que… los zapatos realmente hacen al caminante,» reflexionó Stella.
De pronto, el hechizo de QuantuMaria comenzó a desvanecerse. Stella supo que debía regresar antes de que su realidad se estabilizara. Con un último abrazo, Lord Neutrino prometió que volverían a encontrarse. «La próxima vez, en una dimensión, las pizzas serán gratis, porque eran a la Romana,» bromeó.
Stella regresó a Nublar Prime justo a tiempo, con su realidad restablecida pero su espíritu transformado. La frígida Lady Entropía, despojada de su control, no podía ya mantenerla atrapada. La joven subatómica, ahora consciente de su verdadero potencial, se dispuso a explorar su propio universo con una nueva perspectiva. Mientras caminaba por las rutas de Nublar Prime, dejando a su paso destellos de colores cósmicos, Stella se sintió libre por primera vez. Cada paso que daba era un homenaje al Zapato Cósmico, una declaración de que, sin importar cuán pequeño o limitado uno pudiera sentirse, siempre hay un vasto universo de posibilidades esperando ser descubierto.
Y así, Stella Cinder había descubierto que la verdadera magia no estaba en los zapatos que uno lleva, sino en los pasos que uno decide dar.
¿Y volvió a ver a Lord Neutrino? Bueno, esa es otra historia, pero una cosa es segura: la próxima vez. El Lord aseguraba que Stella era una negra más rica que el pan.
A todo esto, como el autor es chileno y para escribir esta historia, tuvo que zamparse algo de Ayahuasca, LSD, Marihuana y media docena de sustancias alucinógenas, ya que esta historia, ni en broma, la escribió consciente de sus actos terrenales.
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