¿Es verdad que hay anacondas en Colombia?

¿Es verdad que hay anacondas en Colombia?

Mayela Bolívar

03/11/2024

Lina sube al coche enojada. Se sienta al lado del conductor.  Esperaba ver a su hermano, pero es Isidro quien la recoge en el aeropuerto de Madrid.  

—Hola, soy Lina, me acaba de avisar Juan.  Lo siento el enojo no es con usted, es que…

—Es lo que hay—dijo Isidro haciendo un gesto de conformidad.

Al enojo de Lina lo opaca el aturdimiento de sentirse sola en un país extraño; al aturdimiento lo distrae el cansancio por casi quince horas de vuelo desde Bogotá, con escala en Lima (¿Quién en su sano juicio compra un pasaje Bogotá – Madrid con escala en Lima?).  A todo lo anterior lo silencia la tristeza.  Desde que salió de casa se ha sentido emo el «Yona» de Chéjov.  El taxista escuchaba salsa a todo volumen.  Los compañeros de vuelo dormían.  Lina quería hablar y que reventara de una vez ese encono de dolor. Tuvo suficiente tiempo de silencio para imaginar cómo le contaría a su hermano que Simón la había dejado, que estaba rota.  En el trayecto Madrid – Cádiz le hablaría de toda su tristeza, maldeciría mil veces a Simón, luego le diría que le pudre quererlo todavía.  Pero entonces, estaba ahí, al lado de un desconocido conductor, que no hablaba de nada, que fruncía el ceño mientras se alejaban de Madrid.

Dentro de todo lo que imaginó Lina, estaba también la idea de dormir, pero ¿Cómo ejercer el derecho íntimo de dejar caer la cabeza, dormir con la boca abierta, la baba colgando y el fuerte ronquido frente a un extraño?  En fin, había que intentar romper el hielo.

—¡Qué buen clima hace!—dijo Lina, tratando de ser simpática.

—Desde antié—contestó Isidro, de forma seca y sin ánimo de seguir el hilo de una conversación.

Lina hace otros tres comentarios y ante las respuestas secas de Isidro, se rinde y calla. El paisaje la distrae y el cielo tan azul, como muy rara vez está en Bogotá.  Imagina que de un momento a otro Isidro le va a hacer una pregunta personal y ella se va a despachar a contarlo todo.  Quiere llegar limpia a Cádiz, a sanar. Está ansiosa.  Con las señales en la vía sabe que quedan pocos kilómetros.  Eso la alivia.

Después de muchas horas, Isidro intenta decir algo y carraspea un poco.  Lina, emocionada, le presta toda su atención. Isidro la mira y pregunta: 

—¿Es verdad que hay anacondas en Colombia?

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