Es domingo. Miro el reloj. El día avanza inexorable y despiadado, al son de agujas sumergidas en un remoto pajar. Con todo, tengo buenas vibraciones y éstas me sacuden con virulencia, con una fuerza similar al codazo de algún cuñado estúpidamente sabio.
Pues sí, me encuentro serena ante la tempestad de una nueva semana laboral. Pese a que la llegada del lunes acarreará aportar mi granito de arena al mercado patrio, también me regalará una nueva aventura sobre la alfombra mágica de BlaBlaCar. De hecho, este es el momento perfecto para publicar mi plan de viaje. No me llevará mucho tiempo y se verá con la suficiente antelación. Vamos a ello. Ok. Hecho.
Tengo el coche aparcado cerca, y me dispongo a consumar un reconocimiento visual básico. Ya saben: neumáticos, limpiaparabrisas, encendido de luces…Me inactivo un instante con mis recuerdos, como una juiciosa liebre ante la proyección de las largas. Me quedo tranquila, pasé hace poco la revisión anual. Por cierto, voy a un taller de un antiguo pasajero. Un profesional con maneras de pianista a la hora de intervenir motores, que también resultó ser un simpático copiloto.
Al acordarme de Antonio, el mecánico, me pongo manos a la obra para modificar mi viaje e incluir su pueblito en la ruta, que me pilla de camino. ¡Ah! Y el de Úrsula, aquella emergente visionaria que convirtió su caserío en albergue tras desplazarnos con varios aventureros huérfanos de reposo. Otra expedición más, sostenible y económica, en una España vaciada y rebosante de historias para ser contadas.
Un fugaz vistazo a los asientos traseros del vehículo me dibuja un gesto divertido, como si una sonrisa hubiera hecho saltar la reserva automática ocupando una plaza. Y es que no dejo de recordar pasajeros y conductores. Desde programadores informáticos partidarios de la pluma y a la tinta, hasta espías con incontinencia verbal. De poetas a media jornada a tránsfugas que huyen en círculos. De profetas ateos a la prima del pueblo de cualquiera de ustedes.
De pronto la aplicación se va llenando de globos de aviso. Algunos repiten, como aquella divertida chica con aversión a la lluvia y a los días impares. Y una se pregunta, ¿qué nuevas historias me tocarán esta semana?
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