Dios, necesito empezar a correr, debería llegar en 5 minutos o mi Blablacar va a dejarme. -Pensé y empecé a correr-.
Apenas y llegue cuando ya el conductor estaba por arrancar, cansado, el corazón acelerado, la adrenalina todavía a tope, sin más aire en mis pulmones y abro la puerta para que mi mundo se detenga en un solo instante y deje de correr cómo yo hace unos minutos al ver sus ojos.
Esos ojos delicados que brillan y te recuerdan al cielo nocturno. Verla a los ojos fue como ver por primera vez la noche estrellada de Van Gogh.
Tratando de disimular mi cara de estúpido entro al auto, doy los buenos días y me volteo para decirle a la chica a mi lado:
-Hola, me llamo Carlo, ¿Y tú?
-Hola, Carlo. Me llamo Milan, un placer conocerte.
Y así empieza el viaje, era una tarde lluviosa, tranquila, con ese aroma a petricor tan adormecedor y suave que te recuerda a tu tierra natal y a los días de tu infancia en los brazos de tu mamá mientras ven tu película favorita.
Así me sentía ese día, pequeño y en paz, conectando con la extraña chica a mi lado, mientras me contaba de su universidad, de los libros que leía y de la música que le gustaba mientras mis ojos seguían sus labios con cada palabra que pronunciaba.
Y empecé a hablar yo también de la vida, de su cotidianidad y su hermosura, de la tranquilidad de la noche mientras la luna terminaba de posarse en sus pupilas.
Y de esa manera transcurrieron 4 horas de viaje encapsuladas en los 5 minutos que sentí que pasaron escuchando su voz suave y calmada…
Al llegar a nuestro destino sólo nos despedimos, un estrechón de manos y un hasta luego.
Pero no termina ahí, no le pedí su número, así que salí corriendo otra vez, a buscarla, no podía permitirme esa clase de final.
Y así, chicos, empieza el viaje. El viaje de mi vida, de su vida. Un viaje que luego de 20 años aún continua, así conocí a su madre. Un Blablacar, dos extraños, 4 horas y la noche lluviosa atestiguando que, así como las flores de loto pueden nacer en los sitios más inhóspitos, desolados e inesperados; una historia para contar puede iniciar de la manera que menos pensaste, en el momento mas inesperado, de simples desconocidos.
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