Dejábamos atrás la escarpada sierra para emprender viaje de vuelta a la gran ciudad. Unos días, cortos, de desconexión y descanso. Mi conductora era una chica joven aunque, como decía aquel anuncio de coches del siglo pasado, sobradamente preparada. Daba clases de inglés en su pueblo y viajaba para encontrarse con su novio a 300 kilómetros de donde me recogió. Comenzamos a hablar de las relaciones a distancia… Precisamente, dejaba atrás a mi novia. Así que, rápidamente, mi conductora del Bla Bla Car y yo empatizamos, a pesar de que había también una distancia de edad entre ambos. Pero el tema era universal: las relaciones a distancia. Yo caía por tercera vez en esa misma piedra.
Unos 20 minutos después, recogíamos en una parada de autobús a una chica de origen asiático que viajaba con escaso equipaje. Son gente práctica. Nuestra nueva acompañante era surcoreana. Enseguida vio que en la parte delantera del coche había conexión verbal. La joven profesora de inglés rompió el hielo en el idioma de Shakespeare, y a mi me tocó agudizar el oído. Para que no se sintiera en fuera de juego, la conductora explicó a la viajera de la parte de atrás que estábamos hablando de lo complicado que era salir con alguien que veíamos los fines de semana. Y no todos…
Avanzado el camino y la conversación, la joven conductora y quien escribe nos dimos cuenta de que la viajera de poco equipaje era una mujer adulta y práctica. ¿Relaciones de amor a distancia? Tarde o temprano, más bien lo primero, se acaban. Los WhatsApp generan malosentendidos. No ver a la persona, genera dudas, ralladuras mentales…
«No es sano», concluía.
Lo que parecía un rutinario viaje de vuelta a casa de hora y media, se convirtió en dos reflexiones internas: la de los viajeros de la parte delantera. La mujer surcoreana observó nuestro desconcierto y nos sonrió, diciendo: «la vida ya es difícil. ¿Para qué complicarla más?». Nuestros ojos se cruzaron cómplices, y los de la mujer práctica, observaban con curiosidad. Sabía que, sin quererlo, había provocado un conflicto emocional.
Llegamos a destino. Nos despedimos amablemente los tres. Aquella experiencia y las palabras de la viajera extranjera aún resuenan en mi cabeza. ¿Qué habrá sido de la relación entre la profesora de inglés y su novio en la distancia? Hay viajes que son mucho más que recorrer una distancia entre dos puntos equidistantes.
OPINIONES Y COMENTARIOS