La charla obligatoria

La charla obligatoria

En octubre de 2024, íbamos de Madrid a Málaga en Blablacar. Éramos mi pareja, yo, y un chico que acababa de unirse al viaje. A medio camino, nos contó una historia que nos hizo llorar de la risa.

Era su primera vez en Blablacar, y la noche anterior, justo en la víspera del Día de los Santos Inocentes, había salido de fiesta. Sus amigos, viendo que estaba algo despistado y sin idea de cómo funcionaba la app, decidieron hacerle una broma: le dijeron que en Blablacar las reseñas dependían de cuánta y cómo se buena era la conversación daba el pasajero al conductor. Y claro, después de la fiesta y sin querer meter la pata en su primer viaje, él se creyó toda la historia.

Así que, por mucho sueño que tenía, se pasó el trayecto entero hablando con la conductora, sacando temas sobre el clima, anécdotas, e incluso series de moda. Todo muy forzado, como él mismo admitió entre risas. Pero ya no aguantaba más y, disculpándose, le confesó a la conductora que estaba agotado y que quería dormir, aunque no quería incumplir las “normas” de Blablacar.

La reacción de la conductora fue inmediata: soltó una carcajada y le explicó que no había ninguna “regla” sobre la charla, que sus amigos simplemente le habían jugado una broma. Aliviado y entre risas, él decidió que tenía que devolvérsela.

Así que, con la ayuda de la conductora, llamó a sus amigos y, con voz muy seria, les agradeció el “consejo”. “Gracias a vosotros,” empezó, “la conductora y yo conectamos como no os imagináis. Tuvimos un feeling increíble, y… bueno, digamos que, a mitad de viaje, sentimos una conexión especial. No quiero entrar en detalles, pero fue como en una película romántica en medio de la autopista.”

“¿En serio?”, preguntaron sus amigos, entre gritos de sorpresa.

“Sí, sí,” añadió la conductora, conteniendo la risa, “fue amor a primera vista… ¡todo gracias a vuestra genial idea! La verdad, chicos, no me esperaba que esto fuera tan guay, lo llego a saber y lo cojo antes  

Colgaron muertos de risa, imaginando la cara de los amigos que ahora esperaban conocer a su “futura cuñada”. Todavía se están acordando los amigos de la broma que les rebotó y estuvieron unas semanas creyendo. 

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