Los pensamientos se arremolinaban en la cabeza de Paula; ¿cómo iba a estar lista para elegir qué quería hacer el resto de su vida si sólo tenía 17 años? Lo había consultado mil veces, tanto con sus amigas como con su familia, y esto solo había servido para acabar aún más confundida.
El plazo de matriculación en las universidades estaba a punto de acabar y decidió que tenía que tomar una medida tan desesperada como la ocasión lo requería: viajaría al pueblo de su abuela Manuela y se quedaría allí unos días para aclarar sus ideas.
Agarró su móvil y consultó la aplicación de Bla Bla Car: ¡Bingo! Había un coche compartido a las 12:00 del mediodía que salía desde Málaga hasta Ronda. Luís, el conductor, tenía muy buenas valoraciones de otros usuarios y era flexible en cuanto al punto de recogida. Le venía de perlas, pues llegaría a casa de su abuela para la hora del almuerzo.
Al día siguiente, se acercó hasta el punto de encuentro que había acordado con el conductor. Al entrar al coche, saludó a otras dos pasajeras que iban hacia el mismo sitio que ella. Aprovechó la situación y les planteó a las otras ocupantes del coche su dilema. Uno de los consejos le caló más hondo que el resto: «Llegado el momento, tú sola encontrarás la respuesta correcta».
De pronto, en mitad del camino, un insecto decidió colarse por la ventanilla del conductor y revolotear por todo el coche. En cuestión de segundos, el pánico y los aspavientos habían inundado el coche hasta que Paula decidió tomar cartas en el asunto.
—No os asustéis, es totalmente inofensivo, es un Copris Hispanus y nuestro gran aliado: se alimenta de materia en descomposición y también ayuda a polinizar las flores de los campos. —Paula encerró al pequeño insecto entre sus manos, sin que este opusiera resistencia y lo dejó salir por la ventanilla, dándole libertad.
Sus compañeros de viaje se miraron entre sí y estallaron en risas, no sin antes Luis rematar la escena con un último comentario:
—Paula, creo que eres la única que aún no se ha dado cuenta de cuál es tu destino: Tienes un don con los animales y deberías aprovecharlo.
Nuestra insegura protagonista se unió a las risas de sus compañeros, al mismo tiempo que una idea aterrizaba sobre su cabeza:
No sabía ni cómo ni cuando, pero algún día sería una excelente bióloga.
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