El Pasajero en la Noche

El Pasajero en la Noche

Pratul Negredo

26/10/2024

El coche arrancó en silencio. Pablo, el conductor, miraba recto y serio, concentrado en la carretera. A su lado iba Marta, una mujer de mirada inquieta y gabardina oscura. Atrás, Miguel, un joven con auriculares, estaba sumido en su teléfono, y junto a él, doña Teresa, una anciana que miraba a todos con ojos atentos y tranquilos, como si supiera algo que los demás ignoraban.

Los primeros minutos transcurrieron en silencio. Los campos vacíos pasaban a toda velocidad, y solo el murmullo del motor rompía la quietud. Entonces, doña Teresa habló, en un tono bajo y casi conspirativo:

—A veces, los caminos esconden secretos que no deberían salir a la luz —dijo, sin mirar a nadie en particular.

Miguel se quitó los auriculares, curioso. Marta le lanzó una mirada rápida a la anciana, y hasta Pablo, imperturbable al volante, pareció tensarse un poco. La carretera estaba desierta, y la noche empezaba a caer.

—¿Qué clase de secretos? —preguntó Marta, entre divertida e incómoda.

La anciana sonrió de una forma que a nadie le pareció tranquilizadora.

—Oh, cosas que la gente guarda en los lugares más insospechados. A veces ni siquiera saben que los llevan consigo… hasta que alguien más se da cuenta.

El silencio se hizo más denso. Miguel apartó la mirada de su teléfono y, por primera vez en todo el viaje, miró a sus compañeros de viaje con atención.

De repente, Pablo redujo la velocidad. La carretera estaba bloqueada por una figura solitaria en el camino, un hombre con un abrigo oscuro que parecía observarlos. Miguel se estremeció, y cuando miró a doña Teresa, la vio sonreír levemente, como si aquel encuentro ya estuviera previsto.

Sin decir palabra, el hombre se acercó a la ventana de Pablo, que bajó el cristal despacio. El extraño miró a cada uno de los pasajeros y, sin más, dijo:

—El destino tiene una deuda con ustedes.

Después, dio un paso atrás, dejó pasar el coche y desapareció en la oscuridad de la carretera.

Mientras el coche avanzaba en la noche, cada pasajero guardaba su propio y oscuro secreto en silencio, preguntándose quién sería el próximo en revelarlo.

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