_Acomodaba mi maletín, pues era mi escudo protector para impedir los tocamientos indebidos de los mañosos que aprovechaban el gentío en el autobús .
Subí rápidamente al bus y con dificultad logré pasar hasta el fondo del vehículo, más al abrirme paso, rosé involuntariamente con mi maletín el trasero de una pasajera.
Rápidamente la dama reaccionó y le mandó una cachetada del alma; volando sus lentes a un varón que estaba detrás de ella.
_¡Oiga sátiro, porque me manosea !
_¿Qué le pasa Sra. Esta Ud. loca?.
_¡ No se haga el tonto!,_¡ sentí como me echaba mano!.
_¡Baje del autobús!, ordenó con voz altiva, aquel hombre.
_¿Por qué voy a bajar? replicó la dama.
_ ¡Porque ha faltado el respeto a un policía!.
Estaba tan asustada que la voz se me trabó en mi garganta, quería aclarar el impasse, cuando el chofer frenó en seco, se levantó e increpó al varón.
_ Todavía le pasa la mano a mi pasajera y ahora ¿ te la quieres llevar? …
A la sazón los gritos llenaron el carro. _¡Que se baje!,_ ¡fuera! _¡impúdico !
que no le quedó más remedio que bajarse.
No entre a clases, estaba perturbada, me puso a ver la televisión en el quiosco de mi colegio…y ¡sorpresa! se estaba llevando a cabo un debate, sobre los tocamientos indebidos en los medios de transporte, y allí estaba nada menos que la víctima de mi maletín, y era nada menos que el Comandante General de la Policía Nacional, quien demandaba públicamente a la Sra. y al chofer de BlaBlaCar.
La audiencia mediante llamadas participaba, unos a favor de la dama, otros a favor del policía y otros felicitaban al chofer por velar por sus pasajeros.
Me encorajé y fui a relatar la verdad sobre la razón de ser de mi maletín. Entonces sucedió algo inesperado. El comandante por lo experimentado, solicitó al gobierno, la ley de protección para esos casos y sanción para los desenfrenados.
_ ¡Que más sanción que mi cachetada¡. Interrumpió el set de televisión, haciendo su aparición la voluptuosa dama, recibiendo la felicitación del Comandante por su valentía de hacerse respetar, pero con la exhortación de que use lentes y sea más recatada en el vestir.
El público se agazapo en la puerta del canal, pidiendo tocar mi maletín, ya que calladamente había sido un arma para evitar un acto libidinoso.
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