Mari Trini siempre había querido subirse a un taxi como el Mambo Taxi de aquella película tan famosa de Almodóvar. Así que empezó a probar suerte haciendo viajes con el único fin de probar coches ajenos. Todo fue gracias a su hija, estas novedades entraban siempre por su hija. Para Mari Trini su hija encarnaba el siglo XXI y la Modernidad, cada vez que entraba por la puerta le aparecía con un aparatito nuevo o una idea nueva. Sin embargo, esta es la única vez que le había funcionado algo de lo que le traía, desde el día que le había instalado la aplicación esa para ir del pueblo al del lado, del pueblo a la ciudad y así, todo iba sobre ruedas.
Mari Trini corre que el señor del coche-compartido ha llegado -porque eso del blabla no le convencía mucho-, corre, corre que te está esperando. Mari Trini cómo está usted hoy. Mari Trini a qué va hoy a la sierra. Mari Trini, Mari Trini, Mari Trini. Siempre le hacían muchas preguntas y Mari Trini se subía al coche, comprobaba que no se parecía en nada a la imagen que perseguía y apuntaba en una libretita el nombre de la conductora o del conductor para no volver a subirse.
Nunca se había movido tanto en sus setenta años. Empezaron a correr rumores sobre que si tenía un novio que solo podía ver fuera del pueblo, por el pudor. Que si estaba escribiendo una guía de viajes de la zona. Que si, que si, que si, pero nadie le preguntaba a Mari Trini, solo se iban dando los rumores uno tras otro y así, sucesivamente. De todas formas, por sus buenas formas y lo amable que era en la aplicación solo le ponían comentarios amables y la gente la quería como pasajera. Fuera cual fuera su verdadero motivo, se estaba convirtiendo en una celebridad de la zona. Mari Trini, ¿a dónde va usted hoy? Por ahora, nadie sabe el verdadero motivo, quitando su libreta. Como cronista de lo cotidiano le deseo mucha suerte en su empeño.
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