Enzo estaba sentado a mi lado en el remolque de un tractocamión. Su mirada se perdía mirando la ciudad alejarse a sus espaldas. Frotaba sus manos temblorosas para cubrir con ellas su rostro y deslizarlas por la barbilla y el cuello, en un ademán para ocultar el trance generado por la droga.

«Usted me ve desaliñado, y drogado pero no soy mala gente.  Solo soy una persona que ha caído en desgracia varias veces. He aprendido a vivir en la calle. Usted tiene cara de educado, incluso parece universitario, pero no conoce este país, no como es realmente. Yo lo he caminado cuatro veces, incluso he ido a otros países. ¿Sabe cuál es la mierda de viajar siendo colombiano? Donde vaya siempre van a pedir droga. Que si tengo marihuana, que si vendo cocaína, que si tengo pastas, que si guardo bazuco. Como si ser colombiano fuera tener la marca de narco en la frente. Bah! Pero yo sé quién soy. Y usted, ¿quién es? Ud. si tiene cara de perdido. Yo quizás tenga la cara arruinada por esta vida y no tengo retorno, pero no estoy perdido. Estoy sucio, pero es el hollín del humo de los carros, de andar en la carretera, de calle en calle, sí, pero siempre sé para dónde voy y donde no regresar. Sé dónde necesito estar en cada época del año. En cambio, Ud tiene cara que si se cansa de caminar puede volver a su casa, a su familia. Debe tener hasta un perro que ladre contento cuando lo vea o una mamá que se alegre y le prepare la cena. Alguien en algún lugar lo espera mientras usted anda por acá perdido. A mí no me espera nadie. Yo por ahora solo quiero salir de esta ciudad que me enferma. Es como si me hubieran echado una maldición. Bueno creo que con Ud. por fin voy a abandonarla. Mire la ciudad se aleja ».

Enzo llevaba el torso desnudo, tenía cuerpo delgado pero macizo. Era alto y con una apariencia feroz. Vestía un jean desgastado. Sacó del bolsillo una pipa delgada que terminaba en una campana pequeña de cristal, la calentó con un encendedor y le dio un par de chupadas largas. Era casi mediodía. No había vuelta atrás, íbamos por una larga pendiente entre montañas rocosas y afiladas.  Ahora quizás podría contarle mi historia.

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