SORPRESAS DE LA VIDA

SORPRESAS DE LA VIDA

Era un día más en el tráfico infernal de la Av. Abancay, en Lima.

Claudia había salido a comprar su mercadería para las fiestas navideñas. Hacía un calor de los mil demonios, y se había embarcado en un autobús público porque no le alcanzaba para un taxi.

—¡Qué piña soy! El coche está lleno… Tendré que ubicarme al fondo para no estorbar con mis cosas —pensó, resignada.

Una vez dentro, un joven se acercó y le preguntó:

—¿Señorita, es usted comerciante?

Claudia no le contestó, pues le dio un poco de miedo, ya que no estaba acostumbrada a hablar con desconocidos. Sin embargo, tras la insistencia del muchacho, respondió secamente que sí. Durante el trayecto, él la llenaba de cumplidos. Poco a poco, Claudia se fue sintiendo más cómoda y ambos comenzaron a conversar e incluso a reírse de manera animada.

—¡Ya pues, hablen más bajo! ¡No queremos oír sus intimidades! —les increpó uno de los pasajeros, en tono bromista.

Otro añadió:

—Oye, si quieres ligar, llévala al parque.

Y uno más atrevido bromeó:

—¡Qué torpe eres, ni para enamorar sabes!

Claudia, algo avergonzada, murmuró:

—Mejor ya no hablemos… Además, ya llegué a mi destino. Me voy a bajar.

Renato, como había dicho llamarse, le respondió con una sonrisa:

—Yo también bajo contigo. No te voy a dejar sola.

Al bajar del autobús y caminar juntos unos metros, se encontraron con una señora que saludó a Claudia con un beso. La mujer, mirándolo fijamente, exclamó:

—¡Hijito, qué bueno verte por aquí! Hace tiempo que no te veía.

Claudia, sorprendida, preguntó:

—Mamá, ¿cómo conoces a este chico?

La madre, con una sonrisa en los labios, le respondió:

—Hija, él es tu medio hermano. Es hijo de un amor del pasado, del tiempo en que vivía con su padre. Parece que ahora ha venido a visitarnos.

Renato, que hasta ese momento se había sentido tan atraído por Claudia, se quedó completamente paralizado por la sorpresa. Con voz entrecortada, dijo:

—Ah… Mamá, no esperaba verte. Tienes una hija muy hermosa. Yo solo quería acompañar a mi… hermanita.