Cara Oculta

La vil noche, parecía envolverme en una sombra oscura, mientras esperaba a mi novio en su auto frente al terminal de buses…

Subiendo al auto, la tensión en el aire era palpable rumbo a la carretera. El silencio mismo, era un ser vivo que nos abrumaba. 
Durante el trayecto a su casa, la conversación fue forzada, llena de pausas incómodas. Sentía su mirada vacía sobre mí, sin siquiera mirarlo, como si me evaluara el alma; y la inquietud, crecía en mí con demasía.  

Al entrar a su casa oscura, un repentino movimiento brusco que el me hizo moviendo mi cuello, me dejó con pérdida de consciencia.

Cuando desperté en el sofá, que se encontraba frente a la única luz encendida de la cocina en casa, mi mente estaba nublada, pero veía imágenes fragmentadas:
Mi novio, deshaciéndose de mí con movimientos rápidos y filosos a los pies del sofá, la habitación silenciosa, salvo por la presencia de otros cuerpos inmóviles en el suelo, atraídos hacia la única luz encendida. No obstante, extrañeza no sentía con semejantes ángulos frente a mí, en comparación a la ingenua confianza de mi novio, creyéndome inconsciente, de su falta de consciencia de lo acontecido.
Consciente e inconsciente empiezo a ver a Jesús, sereno y tranquilo, con una mirada que parecía entender mi dolor, y con una expresión en sugerencia de que debía partir de ahí, para jamás volver.

Mi novio se retiró de casa repentinamente, momento idóneo para salir de acá.

Mi cuerpo parecía intacto, pero mi alma estaba herida. Me levanté buscando respuestas. Salí corriendo, buscando escapar de la pesadilla. Es entonces, cuando me doy cuenta de que fuera de casa, estaba mi novio, que salió del auto con su rostro sorprendido al verme sin heridas.

Nuestra conversación fue tensa, llena de preguntas sin respuestas. No obstante, en un momento de claridad encontré la fuerza para confrontarlo.
Mi voz fue firme y mi mirada penetrante; le exigí explicaciones, y su respuesta fue un susurro de arrepentimiento, e inservibles llantos.

Ya había visto la verdad. La maldad que se escondía detrás de su sonrisa bondadosa, la mentira que se ocultaba en sus palabras de inocencia. Por tanto, me liberé de su perversidad, y encontré mi propia justicia. En ese momento, supe que había tomado la decisión correcta, al dejar atrás su sombra. Dejé atrás la noche negra, además de el dolor que me había consumido. Recuperé mi esencia, mi alma volvió a mi cuerpo, listo para seguir adelante.

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