(Año: 1981. Computadoras de tamaño mediano. Lenguaje FORTRAN).
Llevaba las cajas de tarjetas perforadas de la universidad a casa, de casa a la
empresa de mi padre, de la empresa a la universidad y de vuelta a casa y a la
universidad.
Era fin de año y necesitaba entregar los últimos cálculos de mi tesis doctoral.
El tráfico en la ciudad ya empezaba a mostrar los embotellamientos típicos del
periodo navideño. Tenía solo una hora y media para llegar a la universidad.
Hice señas a un taxi. Al abrir la puerta, vi que otro pasajero ya estaba usando
el mismo coche.
—Disculpa, no sabía…
—¡Sube de una vez, chica!
El conductor hablaba fuerte y el pasajero me hizo un gesto para que no diera
más motivos para que se enfadara. Me senté en el asiento y coloqué entre
nosotros dos las cajas de zapatos que llevaba con las tarjetas perforadas.
—¿Gastando el dinero de tu padre en zapatos para Navidad?
Me molesté. ¿Qué le importaba a él?
—No. Son los datos de mi trabajo.
—¿Juegas a los dados?
—No, son tarjetas de programación.
El conductor intentaba salir del atasco. Gesticulaba y decía palabrotas.
—Conductor, ¿puede dejarme en la entrada de la universidad?
—No te preocupes, también voy a uno de los edificios: el de Física.
Miré por la ventana. Pronto, mis pensamientos se enfocaron en las tarjetas
perforadas que llevaba en las cajas de zapatos y que contenían los datos
finales de mi tesis doctoral. Me preguntaba si el profesor me estaría esperando
o si ya habría desistido.
—¿Estudias Física?
—Sí.
—¿Son tarjetas perforadas? ¿Las de computadora?
Ese hombre quería conversar, pero yo no tenía el más mínimo interés en hacerme
amiga de él. De repente, nuestro coche fue golpeado por un enorme camión.
Estábamos protegidos por los cinturones de seguridad, pero las cajas de zapatos
no. Horrorizada, vi las tarjetas volar hacia adelante y esparcirse por todas
partes. Miré al hombre y no pude contener el llanto. El hombre comenzó a
recogerlas. Yo le decía que se detuviera: tenían un orden. El hombre reveló ser
programador y especialista en FORTRAN. Y además, era el padre de mi profesor.

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