Recuerdo la primera vez que utilicé blablacar hace más de 10 años, para ir de Jaén a Granada a pasar el día con los amigos que se habían ido a estudiar allí. Con nervios, miedo de conocer a gente nueva y mucha valentía, hice ese trayecto más veces de las que recuerdo. No sabía que lo que apareció en mi vida como una opción de moverme en el fin de semana, se convertiría en algo indispensable años después.
Rebobinando seis años atrás, trabajaba en Alicante, pero mi corazón estaba en Jaén, con mi familia. El destino nos había separado por kilómetros de asfalto sin conexión de tren y con autobuses más lentos que una tortuga.
Gracias a esta app que tenía olvidada en el móvil, un mundo de posibilidades se abrió ante mí. La distancia se hizo más corta, y los viajes se convirtieron en una aventura. Aún recuerdo cada viaje, cada conversación, cada persona que aportó en esos recorridos, y toda la comprensión que recibía cuando, después de todo el día trabajando, me quedaba dormida en el coche sin poder aportar demasiado. Gracias a todas esas personas pude ver a mi familia a menudo, y la soledad de estar en una ciudad nueva para mí, se hizo más llevadera.
Con cada kilómetro en cada ida y en cada vuelta, no solo me acercaba a casa, sino que tejía una red invisible de conexiones humanas. Gente que me permitió llegar segura a casa, gente que me dejó descansar en su coche, gente que va, que viene y que a la que no volveré a ver. Sin duda, lo que más me llena de Blablacar es que te vuelve más humana.
Es una app que sin duda engancha y no solo por el ahorro, de hecho, a día de hoy, como conductora, me permite devolver el favor a esos jovenzuelos que buscan ayuda para llegar a casa, a clase, al trabajo… que no tienen a nadie que les recoja en el aeropuerto, y me permite conocer nuevas realidades.
En cada trayecto, mientras veo pasar el paisaje, siento gratitud. Por los kilómetros recorridos, por las historias compartidas, porque en el fondo, BlaBlaCar no solo me lleva de un lugar a otro; me lleva hacia adelante en mi propia historia.
Esta plataforma me ha permitido mantener lazos familiares y descubrir oportunidades inesperadas, y me ha dado una valiosa lección de vida: El viaje importa más que el destino.
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