SABLE, PLAYSTATION, DISNEYLAND

SABLE, PLAYSTATION, DISNEYLAND

Antonio Miranda

29/09/2024

El chaval, bajito, se acomodó en el asiento del acompañante. Me dejó intrigado una especie de funda de sombrilla que acarreaba y que no quiso dejar en el maletero. Cuando le pregunté qué era aquello que casi tocaba el techo del coche, me respondió que era su sable de gala. No quise indagar más, no fuera cierto que era un sable y que acababa de meter un asesino potencial en mi coche. Decidí pasar a la dispar pareja en el asiento de atrás. Ella bajita y gordita, pero con una sonrisa inmensa y seguro con ganas de charlar. Él, flaco y meditabundo, con la mirada como perdida. María. Mi novio es francés y no habla español. Así que el franchute descartado para el viaje. El cuarto en discordia no hizo falta preguntarle, se presentó él solito como Luis, reparador de mandos de la PlayStation, con domicilio en Écija y con el negocio viento en popa.

El del asiento del acompañante no resultó ser tan asesino, aunque nunca dijo su nombre. Simplemente era un cabo de la Academia Militar de Zaragoza que iba a la boda de su capitán en Granada; pasillo de sables y uniforme de gala. Lo último que quería era que su sable se doblase en el maletero, por eso lo llevaba acomodado entre sus piernas. María trabajaba de camarera en Disneyland París. Graciosa y dicharachera, dejando por malo el dicho ese de que los granaínos son mala follá. Todo lo más, el mala follá era el granaíno consorte, que no abrió la boca más que para meterse un cigarro cuando hicimos una parada a medio camino, porque el cabo se nos meaba vivo: cabo chiquito, vejiga chiquita. El de la playstation con un tic nervioso en los dedos pulgares. Normal, si cada vez que reparas un mando de la Play lo tienes que probar, poco efecto secundario me parece.

Ha pasado un año y por fin he ido a Disneyland. Me salió barato porque María tenía entradas gratis por ser trabajadora y como su familia no se animaba, nos animamos mi mujer y mis dos enanos. Las reparaciones de los mandos de la Play, que maldita la hora que inventaron el FIFA, me las apaña Luis, tirás de precio. Y el cabo, que ya es alférez, se ha hecho cortador de jamón con sable y lo está petando en Instagram.

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