En pleno apogeo de la juventud, iniciando sus 18 años de edad, Gabriel, todos los días debía viajar en bus compartido hacia otra provincia para poder llegar a la Universidad. Pero, algo inesperado sucedió durante su retorno.
Gabriel sube al bus como de costumbre y se ubica en uno de los asientos posteriores, el trayecto transcurría sin mayor novedad, hasta que de pronto la unidad de transporte se detiene a recoger pasajeros y se sienta a su lado un joven bajo, piel clara, de ojos verdes y labios delgados.
Volteando para ver quién se ha sentado a su lado, Gabriel mira al chico de arriba a abajo y no le presta mucha atención a su acompañante.
El joven apuesto decide romper el hielo y le hace una pregunta:
– ¿Cómo te llamas?
-Gabriel contesta: Gabriel y suelta una risa introvertida.
Fluye la conversación entre ambos y sin darse cuenta de que se aproximaba el punto de desembarque de aquel joven apuesto. El joven apuesto, queda flechado con Gabriel y le confiesa en 30 minutos de viaje, que se ha enamorado a primera vista y sin dudar le dedica la canción: Un Día de suerte de Alejandra Guzmán.
– Gabriel ha quedado atónito y sus mejillas, enrojecidas. Técnicamente, sin palabras. Para no perder más tiempo el chico, le dice a Gabriel que se baje para comer un sándwich y continuar la conversación que pronto se convertiría en cita.
Muchos pensamientos entran en la mente de Gabriel, y declina la invitación de aquel joven apuesto, con un poco de tristeza el chico se baja del bus, no sin antes pedir el número de teléfono de Gabriel y así no perder contacto.
Y … ¿cómo continuó la historia?
Gabriel se llenó de inseguridades, y no quiso seguir escribiéndose con hombres.
Perdieron contacto y aquel hombre apuesto siempre será recordado por Gabriel.
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