Habíamos quedado en la estación de Toulouse a primera hora de la mañana para llegar a San Sebastián a mediodía. Yo pensaba que me iba a sentar detrás porque apenas sé francés, pero enseguida me di cuenta de que ese día muchas cosas iban a salir distinto a lo esperado.
Conectamos muy rápidamente, quizás me impresionó el número de países en los que había vivido o quizás fueron sus valores que conectaron automáticamente con los míos. El caso es que hablamos mucho, y como en las buenas conversaciones, son efervescentes, no habías terminado lo que estaba contando y a mi mente me venían mil recuerdos o sugerencias, y así sucesivamente llegamos a nuestro destino.
Iba un poco apurado de tiempo; tan solo disponía de una hora antes de coger el siguiente coche compartido hasta Pamplona, pero igualmente fuimos de pinchos cerca de donde aparcó su coche. En una hora arreglamos el mundo, concluimos que conseguir que la sociedad pudiera avanzar sin intercambiar bienes por dinero sería el primer paso para frenar el cambio climático. En nuestra pirámide de Maslow particular, los ganaderos y agricultores son la base de toda nuestra alimentación y los principales responsables de la subsistencia de la civilización. A ellos acudirían otros profesionales dispuestos a distribuir sus productos a cambio de la cantidad de comida que necesitaran para sus familias. Cuando tuvieran que repostar sus vehículos, estos ofrecerían hortalizas, huevos o vegetales a cambio. Sin dinero, la corrupción y los delitos se reducirían y las cárceles ni la policía tendrían que reprimir ningún mal comportamiento. Cada persona intercambiaría sus horas de trabajo por lo que necesitase, se establecerían redes de contacto y vínculos interpersonales más fuertes y estables. Ganaríamos tiempo libre para estar con nuestra pareja y ver crecer a nuestros nietos. Los políticos deberían volver a sus antiguos oficios: profesores, abogados, hombres del tiempo; los influencers dejarían de existir, lo superfluo y lo banal ya no tendrían sentido en este mundo que es controlado por el tiempo y no por el dinero. Se dejaría de usar la inteligencia artificial para el gran publico por la alta contaminación de los servidores y se pondría un sabio cada 500 habitantes, eso si hay que pedir cita por internet.
Creo que me iluminó con su mirada, quizás ha sido el viaje que más he agradecido hacer, en ese momento, en ese día, con esa luz y con esa compañía.
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