Necesitaba escapar, pero cuando el dinero no llega las alternativas se reducen. Tenía una prima en un pueblo lejano a la que podía visitar y fue entonces cuando decidí compartir coche.

Mercedes pidió reservar mi viaje y tras ojear su perfil y reseñas me di cuenta de que era una señora mayor. Me sorprendió un poco, pero acepté la solicitud sin dudarlo. Quizás el viaje fuese aburrido, pero parecía seguro.

Llegó puntual y con un ánimo muy bueno. Guardó su maleta y nos adentramos en la carretera. Hablamos un poco sobre los viajes compartidos y luego fuimos en silencio durante un tiempo.

A nuestro alrededor se veían prados y montañas de un verde llamativo, resaltando la belleza del norte. Una tenue niebla lo teñía todo de una tristeza melancólica y en los altavoces sonaba una música relajante. Mercedes comentó la belleza del paisaje. Yo asentí, aunque señalé que el día estaba un poco triste. Ella rio ante esa personificación del tiempo y tras unos segundos compartió un pensamiento: “yo no lo veo triste, sino despertando. Quizás cada uno lo ve como se siente”.

Me quedé callada un momento, reflexionando. Quizás tuviera razón. “Tú pareces muy contenta”, dije.

Le lancé una breve mirada antes de devolver la vista a la carretera. Noté en un instante cómo se le iluminaban los ojos y sonreía un poco más. Entonces comenzó a contarme su historia. Hacía 7 meses que había tenido una bisnieta, pero vivía lejos y la comunicación era mala. Fue por ello que su nieta le habló de BlaBlaCar y le consiguió un viaje para ir a verlas. Aquella niña era lo más bonito que había visto en su vida, decía. Pasaba allí unas semanas, jugaba con ella, paseaba por el pueblo y se olvidaba de la soledad que sentía a veces en su casa. Era viuda y no tenía cerca a su familia. Entonces, sonó su teléfono y contestó que ya estaba de camino. Al colgar dijo: “además de esta niña, he conocido a alguien. Cuando viajo allí siento que vuelvo a tener 20 años, es como si la vida volviese a empezar”.

Mirando la carretera, viendo el paisaje un poco más despejado, pensé que quizás la vida podía volver a empezar en cualquier momento y sonreí, pensando en la señora, en su suerte y en que, tal vez, al compartir mi coche, estaría contribuyendo un poquito a esa sonrisa.

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