Se encontraron en un café justo antes de marchar, el viaje seria largo y doloroso pero por lo menos se tenían el uno al otro y eso era más que suficiente en ese momento. La mañana era lúgubre y el taxi llego puntual a las 1º:35. Ellos se subieron y el auto arranco. La mirada de ella perdida en el paisaje era triste y el sostenía su mano conteniéndola. Nunca se estaba suficientemente preparada para enterrar a un ser querido.
En el coche se mantenía el silencio, hasta que ella escucho algo que llamo demasiado su atención:
–Vas a estar muy bien cariño, tranquila.
Esa era la voz de su abuela y al escucharla instintivamente giro hacia adelante con la piel de gallina. En lugar del conductor estaba el rostro de ella, de su abuela. Sus ojos se volvieron como platos y le pidió a su acompañante que confirmara su visión. El creyó que se trataba de una reacción normal al duelo hasta que giro y se encontró con la querida Greta que tanto cariño le había brindado cuando esta vida. Si…cuando estaba viva.
–No te vayas a asustar, pero yo veo lo mismo– respondió el muchacho temeroso.
–Tranquilos, no se asusten. Siempre voy a estar para ustedes pero ahora tengo que marcharme, mi camino es muy largo- susurro antes de desaparecer dejándolos con muchas dudas…
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