Nos dirigíamos en blabla car una amiga (Didi) y yo, junto a aquel atractivo y simpático conductor, a algún lejano borde de España.
Para variar, nosotras nos reíamos al hacer bromas subidas de tono y Didi comentó que yo, debería escribir algo sobre esto, ya que me dedicaba a la escritura.
– ¿Qué escribes? – Preguntó el atractivo conductor con un seductor tono de voz.
– Escribo de cualquier cosa, un poema, respondí.
– Haz uno ahora, insistió.
Y dije con voz baja, pausada pero solida:
«Entre el roce de tus dedos
explota mi placer enloquecido.
De solo verte cerca,
se me escapan los gemidos.
Tómame nuevamente
y no lo hagas tan ligero
méteme lentamente
y suave por el agujero»
Me quedé en silencio unos segundos, los tres notamos la incomodidad, entonces agregué con picara voz: «Atentamente: Las llave de tu coche.»
Nos reímos tanto que el final de España resultó ser muy cerca.
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