Un viaje compartido

Un viaje compartido

Lara

25/09/2024

Hacía mucho tiempo que no hacía un viaje sola y habría preferido no tener que hacerlo, pero las cosas habían cambiado. Saludé al conductor y subí al coche un poco nerviosa. En la parte de atrás había una chica con auriculares, poco después llegaron un hombre de mediana edad y un chico con un semblante serio.

El conductor arrancó y, casi de inmediato, comenzaron las preguntas, «¿Dónde vivís?», «¿Por qué viajáis a ese destino?», «¿Estudiáis o trabajáis?». Todos respondimos, algunos con más entusiasmo que otros. Poco a poco, la conversación se apagó y un incómodo silencio se apoderó del coche. Para romperlo, el conductor puso música, intentando disimular la tensión.

El trayecto avanzaba y el silencio persistía, pero no era el mismo de antes. Algo había cambiado en el ambiente. El hombre de mediana edad empezó a tatarear y la chica, tímidamente le siguió. Hablaron de música, sobre los cantantes y géneros les gustaban. El hombre era aficionado a cantar, y se animó a cantar un poco, lo que provocó sonrisas en todos.

El chico, que hasta entonces había estado en silencio, empezó a contar que iba a un festival de música con sus amigos. Dormiría en una tienda de campaña y se pasaría el fin de semana de fiesta. El conductor, curioso, le preguntó más detalles, bromeando sobre las fiestas y las chicas. El chico sonrió, pero luego, un poco más serio, confesó que todo lo habían organizado sus amigos. Hace poco había terminado con su novia y no lo estaba llevando bien.

Yo, que hasta entonces había permanecido callada, decidí intervenir. Le conté que estaba en una situación similar, y que no era fácil. Hablamos un poco, sin necesidad de profundizar demasiado, porque ambos entendíamos lo que dolía. Entre las palabras y las miradas de comprensión, parecía que nuestro dolor se aliviaba un poco.

Finalmente, llegamos a nuestro destino. Cogimos nuestras pertenencias y nos despedimos.

Aunque subimos al coche como completos extraños, no viajamos realmente solos. Compartimos el trayecto, pero también la incomodidad inicial, las sonrisas y un pequeño momento de conexión que, aunque efímero, tal vez haya dejado una huella en alguno de nosotros.

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