—Es muy delicada, ten cuidado.

—(Si tan delicada es, no la lleves en una funda).

—Déjalo, la llevaré encima. Si se rompe no nos lo perdonaríamos.

—(A saber lo que lleva ahí y yo con el coche recién estrenado). No llevará usted algún tipo de droga, dígase cocaína, metanfetamina, heroína…

—¿Por quién me tomas?

—¿Hace cuánto no se mira al espejo? Vaya cara trae. Parece llevar sin dormir ni se sabe.

—¿Podemos irnos y dejamos el interrogatorio para luego?

—Sí, vámonos. Aún tenemos que recoger dos personas más.

—Ese no era el trato. Íbamos solos hasta ese pueblo y en un par de horas regresaríamos.

—No creerá usted que con sus eurillos da para cuarenta kilómetros de carretera nacional, treinta de comarcal, veinte por un puerto hermano mayor del Angliru y seis de pista sin asfaltar. Además la pareja se queda a mitad de camino.

—Dejé claro que no quería compañía. No estoy de humor.

—(Pues te compras un monoplaza y vas tú solito) Esto me pasa por coger al conocido de un tío carnal que tiene la aplicación. Me convenció porque usted al parecer  era amigo de mi madre (la pobre no se recuperó del disgusto, yo quería  conocer a mi padre). A mí desde luego no me dijo nada. Al menos me invitará a desayunar.

—Yo ya he desayunado.

—(Eres más agarraoque un chotis).

—¿Ibón y Alba?

—Sí, somos nosotros. Pero yo iba delante.

—Si perdona. Ahora lo arreglo.

—Perdone caballero el chico va delante. Es muy alto.

—¡Qué falta de respeto! Me niego.

—(De donde ha salido este  gachó). O se cambia o se queda. La droga la puede llevar en el regazo.

—¡Qué lleva droga! ¿Qué droga lleva? ¿Dónde es la fiesta? Cariño, vámonos con este tío de fiesta.

—¿Te quedan pelas?

—No chiquitina. Páranos en un cajero colega.

—Ok. Debe llevar cristal. Me ha dicho que era delicada.

—¿Podemos irnos?

—¿Puedes quitar la música? Y vosotros ¿Podéis guardar silencio?

—Viejo muermo ¿A cuánto vendes la dosis?

—Yo no vendo nada. De hecho lo que llevo es para cumplir un último deseo, y es todo para una gran consumidora. Ella siempre tiene un hueco para el polvo.

—O sea que es cierto. Eres un camello.  

—¡Alto a la Guardia Civil!

—Agentes este señor es un traficante.

—Cierto. Trafico con las cenizas de tu madre y tú eres cómplice, hijo mío.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS