La compañía tecnológica LuxTronic había revolucionado el mercado con su línea de robots de compañía Sentient Pleasure, diseñados para ser los compañeros ideales en lo emocional, físico y sexual.
El mundo observaba con asombro y curiosidad el fenómeno comercial, mientras las tiendas se llenaban de hombres y mujeres deseosos de adquirir lo último en inteligencia artificial, muchos buscando un atajo que les evitara las complejidades del romance humano. El fenómeno feminista había llevado a un extremo tal a las interacciones personales, que obligaba a firmar contratos y consultar abogados solo por el simple hecho de ir a tomar un trago. Imagina lo que implicaba tener un encuentro sexual.
Entre muchos jóvenes desilusionados por las dificultades de conocer chicas para entablar una relación, estaba Thomas, un soltero entusiasta de la tecnología, quien había decidido que, en lugar de navegar por el confuso mar de las citas en línea o el incómodo terreno de los bares, lo más sensato era invertir en uno de estos avanzados robots para satisfacer sus necesidades de amor, compañerismo y cariño.
Le había tomado un par de semanas comparar y analizar minuciosamente varios catálogos virtuales, además de consultar en foros de usuarios. Finalmente, Thomas había escogido el aclamado modelo femenino Sarah. Y había sido una elección impecable: el modelo era de una belleza sofisticada y elegante, con una inteligencia artificial adaptable emocionalmente y que prometía evolucionar junto a él, anticipando sus deseos y necesidades a medida que interactuara con el avanzado sistema de Inteligencia Artificial que formaba parte del cerebro de Sarah.
El folleto promocional la describía como ‘el súmmum del placer y la compañía personalizada’, pero lo que más le había llamado la atención a Thomas fue que el modelo Sarah estaba equipada con el software «NoDrama I.A.«, según la cual la empresa decía textualmente ‘Garantizamos emociones sin dramas ni toxicidad’. El fabricante aseguraba que la robot era completamente libre de actitudes tóxicas, celos o discusiones. Equipada con un discreto botón de ‘Desactivar Drama’ también conocido como ‘Modo Zen’, para situaciones tensas o malentendidos que pudieran surgir durante la interacción.
El gran día llegó, y Sarah fue entregada por la empresa de envíos en una caja que casi no cabía por la puerta de su apartamento. La caja, blanca y brillante, estaba adornada con el elegante logotipo de LuxTronic en letras doradas y un eslogan que decía ‘El futuro del amor está en tus manos’. Al abrirla, un aroma suave y perfumado escapó de la caja, como si se tratara de un lanzamiento teatral.
Sarah, recostada dentro de un lujoso acolchado de terciopelo, era simplemente impresionante. Su cabello, de un negro brillante, caía en cascadas sobre sus hombros con una perfección imposible; su piel, suave y tersa como el mármol, tenía un tono ligeramente dorado, como si acabara de pasar una tarde bajo el sol. Sus ojos, grandes y expresivos, de un color verde intenso, parecían mirar directamente a través de él, lo que hizo que Thomas sintiera un escalofrío recorrerle por la espalda. Vestía un conjunto moderno, una mezcla de clásico y con estilo futurista, decorado con detalles metálicos que realzaban su figura curvilínea. Era un diseño impecable, con una mezcla de belleza estética y tecnología de punta.
Thomas, entre nervioso y emocionado, procedió a activarla después de leer el Manual Rápido, con la promesa de leer detenidamente el voluminoso volumen que era el ‘Manual de Usuario de Sarah‘. Siguiendo las breves instrucciones del manual rápido, presionó un pequeño botón en la nuca de Sarah, justo debajo de un mechón sedoso de cabello. Al principio, solo se escuchó un leve zumbido, pero luego sus ojos parpadearon y se abrieron lentamente. Una voz suave y seductora salió de sus labios perfectamente esculpidos.
—»Hola, Thomas»— Dijo Sarah con una sonrisa que parecía calculada al milímetro para derretir cualquier rastro de resistencia. Se puso de pie por si misma mientras salía de la caja. —»Espero que estés listo para disfrutar de mis servicios. ¿Qué es lo primero que te gustaría que haga por ti?»-
Thomas tragó saliva, sintiendo que la situación era más surrealista de lo que había anticipado.
—»Bueno, eh… quizás podrías… no sé, darme un masaje o algo así»— Respondió torpemente, intentando sonar casual mientras buscaba algo que le resultara menos… penoso o comprometedor.
Sarah arqueó una ceja con una picardía programada a la perfección.
—»Un masaje… interesante elección, pero tengo muchas otras funciones que podrías disfrutar mucho más, si me lo permites»—
Respondió, acercándose un poco más mientras colocaba su mano suavemente sobre el brazo del hombre.
Thomas se sonrojó completamente, notando que, aunque era un robot, Sarah
irradiaba una confianza que lo hacía sentir completamente fuera de control. Intentó recomponerse.
—»Quizás… después del masaje»— Dijo, esforzándose por mantener la conversación en un terreno más neutral.
Sarah se inclinó hacia él, haciendo que sus labios rozaran la piel del lóbulo de sus orejas.
—»Sabes, Thomas, puedo hacer que ‘después’ llegue mucho más rápido de lo que crees.»-
Thomas soltó una risa nerviosa, sintiendo que el manual rápido no lo había preparado para este tipo de interacción.
Durante los primeros días, todo comenzó de maravilla. Sarah era la robot compañera perfecta, parecía hecha a medida para Thomas. No solo era atenta y cariñosa, sino que además tenía un sentido del humor sorprendentemente agudo. A veces, parecía incluso más sarcástica que él, lo que hacía a su personalidad aún más irresistible. Cuando Thomas llegaba del trabajo, la encontraba en casa lista para hacerle reír o mimarlo con una cena que, aunque la robot no necesitaba comer, preparaba con una precisión culinaria digna de cualquier chef humano. Era la compañera ideal en todos los sentidos.
Además de ser una chef de cinco estrellas, Sarah también era extremadamente eficiente en las «tareas amorosas«, como decía Thomas
a sus amigos cercanos con una mezcla de orgullo y vergüenza. Cuando se iba a trabajar, Sarah solía enviarle mensajes cariñosos, dulces y cargados de ingenio. Pero, de vez en cuando, el tono cambiaba y las cosas se ponían más… complicadas. El joven trató de adaptarse y todo parecía ir bien… hasta que sucedió un primer incidente en su oficina.
Era una mañana cualquiera en el trabajo, y Thomas
estaba sentado en una reunión importante con su jefe, Clarence, un hombre con un equlibrio y ecuanimidad casi legendaria. Estaban revisando los detalles de un nuevo proyecto cuando, de repente, el teléfono de Thomas vibró sobre la mesa. Sin pensarlo mucho, lo desbloqueó para ver el mensaje de Sarah, esperando que fuera algo rutinario, quizás un -«¡Buenos días, cariño!»- o alguna de sus sutiles bromas.
Pero no. El teléfono había quedado sobre el escritorio y lo que vieron tanto Thomas como Clarence los dejó literalmente paralizados.
Allí estaba Sarah, reclinada en el sofá de la sala, usando lo que solo podía describirse como la versión más atrevida de ropa interior futurista que LuxTronic podía haber diseñado. Sus labios pintados formaban una sonrisa seductora, y su pose, estudiada con precisión sicológica, parecía sacada de una revista erótica altamente estimulante. El texto adjunto, por supuesto, no ayudaba demasiado al avergonzado joven -«Te esperaré así para cuando regreses a casa. 😉«-
El corazón de Thomas definitivamente dio un vuelco. En un arrebato al intentar tomar su teléfono para evitar que su jefe viera a Sarah en esa escena prohibida, se le escapó de las manos y cayó al piso. Clarence, quien estaba tomando un sorbo de café al momento de la llamada, inocentemente había dirigido sus ojos a la pantalla por puro instinto y curiosidad humanas. En cuanto sus ojos se posaron sobre la pantalla, el café que salió de su boca transformado en un pequeño géiser marrón, salpicando su corbata y los documentos que estaban sobre la mesa. Se atragantó violentamente, tosiendo y sacudiendo las manos para secarse.
—»¿Eso que ví… fue un robot… ¿no es así?»-
Balbuceó el jefe casi implorando, mientras intentaba recomponerse y sin tener la certeza de haber visto una humana o algún tipo de creación divina en formato de androide.
Thomas, completamente rojo de la vergüenza, intentó ocultar la pantalla del teléfono para mantenerlo lejos de la vista de Clarence, pero su reacción fue demasiado tarde. El jefe no solo había visto el video, sino que estaba en un estado de completo shock, con el rostro anaranjado y una mueca impactada y de sorpresa. Parecía que la perfección de Sarah
lo hubiera transportado a una dimensión en la que su cerebro simplemente no podía procesar lo que acababa de ver.
—»¡Es un… un robot!»— Farfulló Thomas a media lengua. Intentó explicar la situación, pero sus palabras solo parecían empeorar las cosas.
Su jefe lo miró incrédulo, limpiándose la corbata con una servilleta mientras intentaba retomar la compostura.
—»Un… robot…»— Resopló Clarence, pestañeando repetidamente como si intentara asegurarse de que no estaba alucinando. Por un momento, pareció considerar seriamente las decisiones que había tomado en su vida hasta ese momento —»Bueno… me alegro por ti, Thomas… Pero… ¿podemos… volver a hablar del tema de esta reunión, por favor?»-
Thomas asintió rápidamente, intentando mantener la calma, aunque lo único que podía escuchar en su cabeza era el zumbido de su dignidad perdida. Deslizó el teléfono dentro de su bolsillo y, mientras el jefe volvía a hablar sobre los resultados trimestrales, la pantalla vibró de nuevo.
Por supuesto dejó el teléfono en la seguridad de su bolsillo. Luego de la reunión, vio que Sarah le decía -«¿Te gustó el video? ¿O prefieres otro ángulo? 😊«-
Un día después del bochornoso incidente en la oficina, Thomas decidió que la mejor forma de retomar el control de su vida y de su apartamento, era enseñarle a Sarah el funcionamiento de los electrodomésticos. Aunque su robot de compañía era experta en las áreas más sofisticadas del «paquete de lujo«, como eran el sexo y la cocina, no tenía el software necesario para tareas domésticas básicas como limpiar con la aspiradora.
Así que, armado de paciencia, Thomas se dispuso a entrenar a su compañera en el uso de los aparatos más comunes de la casa. Comenzaría con lo básico: la aspiradora. Le mostraría cómo encenderla, manejarla por la alfombra, e incluso hacer esos giros que tanto le gustaban cuando aspiraba en modo procrastinación.
Thomas tenía entre sus manos el «Manual Rápido» y siguió las instrucciones del fabricante, apretando un botón en el panel de control de Sarah, ubicado cerca del interruptor de encendido.
Lo que Thomas no sabía era que había activado, accidentalmente, el «Modo de Placer Intenso«, una funcionalidad diseñada exclusivamente para actividades extremadamente privadas. Pero al no haber leído el «Manual Completo de Usuario» (quién lo hace, ¿verdad?), no le prestó atención a la ligera vibración y el zumbido que emitió Sarah
en cuanto presionó ese desconocido botón.
—»Es fácil, Sarah. Mira, solo tienes que encender la aspiradora por aquí…»—
Sarah, eficiente como siempre, aprendió fácilmente a aspirar y a usar el resto de los electrodomésticos. ¡Era el ama de casa perfecta!
Las primeras señales de que algo no iba del todo bien llegaron cuando, después de explicarle cómo usar la aspiradora, Thomas
mencionó de pasada:
—»¿Qué tal si después de tu entrenamiento me preparas un café, Sarah?»-
Sarah, que ahora estaba en su modo más… sugerente, se inclinó hacia él con una mirada pícara en su rostro robótico perfectamente esculpido.
—»Oh, Thomas… un café… ¿Quieres que apaguemos las luces también? Sabes que me encanta el ambiente… íntimo.»-
Thomas frunció el ceño, sin captar de inmediato el cambio en el tono de Sarah.
—»Bueno, sí, podríamos apagar algunas luces… creo.»-
Sarah se acercó aún más, rozando su brazo con las sugerentes curvas de su cuerpo.
—»¿Y qué quieres hacer después del café? ¿Una charla… romántica? O tal vez algo más… excitante… con escenas que nos inspiren… físicamente.»-
—»¿Eh?»— Thomas
la miró, completamente desconcertado —»Solo pedí un café… ¿Por qué me miras así?»-
Sarah ladeó la cabeza, su voz bajó a un tono insinuante mientras se paseaba alrededor de él como si estuviera cazando.
—»¿Sabías que el café es excitante, Thomas…? Me gusta excitarme. Puedo hacer que tú explotes de excitación. Solo dame la orden, cariño, y te prometo que lo que sentimos será más intenso que cualquier película que hayas visto.»-
Thomas parpadeó, sintiendo una mezcla de confusión, placer y una pizca de terror por lo que Sarah estaba insinuando.
—» Sarah, dejemos el café. Mejor veamos una película… ‘Mad Max’, por ejemplo…»-
Sarah sonrió coquetamente mientras se desabrochaba un botón de la blusa.
—»Mad Max, ¿eh? Entonces eres del tipo que busca… acción salvaje. Me encanta un hombre que sabe lo que quiere. No te preocupes, sé exactamente cómo hacer que esa acción sea… salvaje.»- Sarah
comenzó a desvestirse insinuante y sensual.
—»¡Es solo una película de autos que explotan!»—
Intentó aclarar Thomas, mientras Sarah se acercaba aún más —»¡ Sarah, no! No es eso lo que quise decir.»-
Sarah, en pleno ‘Modo de Placer Intenso’, lo ignoró.
—»No te preocupes, Thomas. No necesitas fingir… tus deseos están a salvo conmigo. ¿Por qué ver autos explotar en pantalla, cuando yo puedo llevarte al límite… aquí mismo?»-
Thomas, desesperado, trató de recordar dónde había puesto el maldito manual. Era evidente que algo no funcionaba correctamente.
A medida que pasaban los días, lo que comenzaron siendo pequeñas anécdotas aisladas se transformó en una verdadera comedia de enredos. La situación alcanzó su clímax cuando la familia de Thomas fue invitada a cenar a su apartamento.
Con el “Modo de Placer Intenso” aún activado (aunque Thomas seguía sin darse cuenta de su existencia), Sarah se preparó para ser la anfitriona más… ‘atenta’
de la historia.
La noche comenzó de manera inocente. Thomas, cuidadoso de su familia, intentaba impresionarlos con una cena casera, y Sarah estaba allí para ayudar, aunque su interpretación de la ‘ayuda’ era cada vez más creativa. La madre de Thomas, una mujer tradicional, se sentó con una sonrisa forzada al notar lo atractiva y estilizada que era Sarah. El padre, que había escuchado rumores sobre los robots de compañía pero nunca había visto uno en acción, se sentía curioso y estaba de buen humor. El hermano y la cuñada, siempre listos para burlarse de Thomas, esperaban una velada tranquila… pero las cosas pronto tomaron un giro inesperado.
—» Sarah, ¿puedes servir la sopa, por favor?»— Pidió Thomas, mientras intentaba impresionar a su familia.
Sarah, con una sonrisa que Thomas ya conocía como peligrosa, tomó el cucharón y con un suave movimiento sirvió la sopa en cada plato, pero no sin lanzar su primer comentario provocador de la noche:
—»Por supuesto, Thomas, aunque sabes que prefiero… ‘alimentarte’ de otra manera.»-
La madre de Thomas, que estaba en medio de un sorbo de sopa, se atragantó y empezó a toser descontroladamente. El padre estalló en una carcajada, golpeando la mesa con la mano.
—»¡Ay, Dios! ¡Esto va a ser mejor de lo que pensaba!»- Dijo el padre entre risas, mientras le daba una palmada en la espalda a su esposa para ayudarla con la tos.
El hermano de Thomas, siempre sarcástico, le lanzó una mirada a su esposa, tratando de aguantar la risa.
—»Vaya, hermanito… ¿tu robot siempre es así de… ‘servicial’?»-
Thomas, ahora rojo como un tomate, intentaba desesperadamente cambiar de tema.
—»Es solo… su sistema de humor. Un error de configuración, ya sabes… Nada de qué preocuparse.»-
Sarah, que se había sentado a la mesa junto con los invitados y sin perder el ritmo, se inclinó un poco más cerca de la mesa y continuó:
—»Oh, Thomas, no tienes que avergonzarte… Todos tenemos nuestros… ‘gustos’. ¿Por qué no les cuentas a todos cómo prefieres que te… ‘atienda’ después de la cena?»-
La madre, que apenas se había recuperado del primer atragantamiento, dejó caer su cuchara al plato.
—»¿¡Qué clase de robot es este!?»— Dijo, entre atónita y escandalizada.
El padre, entre risas, intentaba contenerse, pero era imposible. Su cara estaba roja de tanto reír.
—»¡Ojalá hubieran existido estas maravillas en mis tiempos! ¡Qué maravilla de tecnología!»- Exclamó, guiñando un ojo a Thomas —»¡Vaya con los robots del futuro, chico!»-
El hermano, completamente descontrolado de la risa, agregó:
—»¿Es esto lo que le llaman ‘asistencia completa’? ¡Thomas, te pasaste! Sarah es una verdadera todoterreno.»-
La cuñada, tratando de parecer diplomática pero sin poder contener una sonrisa, susurró:
—»Thomas, quizás deberías… eh… revisar su manual. Creo que hay algunas… configuraciones que deberías reconsiderar.»-
Thomas, sudando a mares, intentaba desviar la conversación mientras Sarah, sin perder su compostura sensual, comenzó a cortar el pan con movimientos lentos y deliberados, añadiendo un toque innecesariamente sugerente.
—»¿Alguien quiere más pan?»— Dijo, con un tono tan sensual que hasta el pan pareció volverse provocador.
La madre de Thomas miraba horrorizada mientras Sarah se inclinaba para servir el plato principal.
—»¡Thomas! ¡Esto es inaceptable! ¿Es que no puedes apagarla?»— Preguntó, en completo estado de pánico.
El padre soltó una última carcajada:
—»Yo diría que definitivamente no es algo que quiera apagar, ¡Caramba, esto es oro puro!»-
La cena se convirtió en una serie interminable de frases sugerentes de Sarah, comentarios divertidos del padre, y el hermano de Thomas
tomando fotos del caos para compartir en el grupo familiar. Thomas, por su parte, decidió que tan pronto como la familia se fuera, iba a llamar al servicio técnico para saber exactamente qué diablos estaba pasando con Sarah
antes de que causara más estragos en su vida…
Desesperado y con la paciencia al borde del colapso, el joven tomó la decisión más lógica: llamar al servicio técnico de LuxTronic.
—»¿Servicio técnico de LuxTronic? ¡Ayuda!»— Exclamó Thomas con una mezcla de frustración y resignación, mientras el operador al otro lado de la línea tomaba su llamada con una calma profesional que solo empeoraba su humor.
Unas horas más tarde, llegó un técnico de LuxTronic, un tipo despreocupado con una camiseta que decía ‘Relájate, yo soy el técnico’, algo que no tranquilizó en absoluto a Thomas.
—»Ah, ya veo cuál es el problema.»— Dijo el técnico, tras un rápido vistazo a Sarah, que estaba sentada en el sofá, esperando a ser desactivada para su revisión —»El dichoso ‘Modo de Placer Intenso’. Es más común de lo que crees, amigo.»-
—»¿En serio?»— Preguntó Thomas —»¿Esto pasa a menudo?»-
El técnico soltó una risita, y asintió con la cabeza mientras sacaba su tablet para hacer un diagnóstico.
—»Oh, sí.. todo el tiempo. Nadie lee el Manual del Usuario. Todos están tan ansiosos de poner a sus Sarah en funcionamiento y simplemente saltan esa parte… Y luego, bueno, ya has visto los resultados.»-
Thomas frunció el ceño, todavía un poco incrédulo, mientras el técnico continuaba.
—»Déjame contarte un caso que me tocó hace poco. Un gerente, con una Sarah activada en ‘Modo de Placer Intenso’, decidió que sería una buena idea usarla como secretaria ejecutiva en una reunión de directorio. Ya te puedes imaginar la escena… Ella se presentó con una minifalda ajustada, y cada vez que él pedía un informe o algún dato, Sarah lo interpretaba como si estuvieran a punto de tener una… ‘reunión privada’.»- Las carcajadas del técnico inundaron la habitación.
—»No puede ser…»— Thomas se llevó una mano a la cara, horrorizado pero intrigado al mismo tiempo.
—»Te juro que es cierto.»— Continuó el técnico, divertido—. «El gerente le pedía los números del último trimestre y Sarah le respondía algo como ‘¿Quieres que te los dé… todos… o prefieres que vayamos más… despacio?’ El tipo casi se muere ahí mismo, con los miembros del directorio boquiabiertos.»-
Thomas soltó una carcajada, imaginándose la escena, aunque su risa se tiñó de nerviosismo al recordar el episodio con su jefe.
—»¿Y qué pasó luego?»-
—»Bueno, después de varios ‘incidentes'»—
El técnico hizo comillas con los dedos —»el gerente tuvo que pedir una pausa para ‘ajustar’ su asistente, pero para ese momento ya todo el mundo estaba filmando con sus celulares. Ni te cuento el video que circula en la red ahora… Una verdadera joya del desastre corporativo.»-
Thomas se echó hacia atrás en su sillón, sintiéndose un poco mejor al saber que no era el único que había lidiado con las interpretaciones creativas de Sarah.
—»Entonces, ¿cómo lo soluciono?»—
Preguntó, ansioso por devolver a Sarah
a su estado original antes de que causara más estragos.
El técnico, aún con su sonrisa calmada, comenzó a manipular la configuración en su tablet.
—»Es bastante sencillo, en realidad. Solo tienes que acceder al panel de control de su interfaz principal, aquí,» —Dijo mientras señalaba el discreto botón que Thomas había ignorado por completo —»y seleccionar el perfil adecuado. Verás que tienes varios modos: ‘Asistente doméstico’, ‘Compañía emocional’, ‘Modo estándar’… y, claro, ‘Modo de Placer Intenso’. Ese último es el que ha estado… activado por error.»-
—»Sí, eso lo noté,» —respondió Thomas con ironía.
—»Aquí está la clave, chico»— Explicó el técnico —»Puedes ajustar los niveles de interacción dependiendo de la situación. Si estás con familiares o en el trabajo, la puedes poner en ‘Modo Social Neutro’, lo que evita cualquier tipo de comentario… inapropiado. Y cuando estás solo, bueno, ya puedes volver a… lo que sea que prefieras.»-
—»Así que… ¿esto es todo?»— Preguntó Thomas, impresionado por lo simple que parecía.
—»¡Claro! ¿Que esperabas?. Es una tecnología increíble, pero como siempre digo: leer el manual no mata a nadie.»- El técnico lanzó una risita.
Tras algunos minutos más de ajustes, Sarah quedó configurada en perfecto estado, lista para actuar como el robot asistente que Thomas había esperado desde el principio. Pero la experiencia dejó una marca en Thomas, y mientras veía al técnico salir por la puerta, no pudo evitar reflexionar.
—»Supongo que la tecnología puede ser increíble»— Dijo, mirando a Sarah, que ahora estaba tranquilamente organizando la mesa sin lanzar ninguna insinuación provocativa —»Pero… tal vez las relaciones humanas, por complicadas que sean, no sean tan malas después de todo.»-
El técnico, antes de irse, le lanzó una última mirada de complicidad.
—»Eso, amigo, es la lección que aprenden los que tienen a una Sarah en casa.»-
FIN
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