Capitulo primero: Naufragio y primer encuentro con “El Poeta”:
-Gabriel naufragó cerca de una isla del mar de Filipinas en la primavera de 1850. El barco en el que viajaba, junto a otras ocho personas, rumbo a Bangladesh quedó reducido a un amasijo de tablones de madera, cadáveres flotando y todo tipo de enseres que el barco transportaba. -El fue el único superviviente.
A duras penas pudo llegar a la isla de “Elan” luchando contra las corrientes e inclemencias del tiempo. -Lo que él nunca pudo imaginarse hasta el momento, es lo que la llegada a esta isla supondría para su transformación como persona.
-Gabriel había sido hasta el momento una persona de negocios con mucho éxito y siempre andaba atareado e inmerso en su ajetreada vida en la ciudad de Naha en Okinawa, donde se dedicaba a la gestión de dos hoteles, de los que era en parte propietario mayoritario junto a su socio Juan. Ambos eran de origen español, pero habían vivido casi toda su infancia entre china y Tokyo y eran amigos desde la infancia.
-Cuando llegó a la isla, después de luchar para no ahogarse durante la tormenta que estaba experimentando, quedó exhausto en la orilla de la playa donde durmió durante varias horas.
-Cuando despertó vio a lo lejos un grupo de casas –lo que parecía una aldea de pescadores y se puso a andar hacia allí.
Al llegar a la aldea se topó con un hombre de unos 60 años que andaba arreglando lo que parecía una red de pesca en un banco junto a una casa.
-Gabriel se acercó a el y le contó lo ocurrido. Inmediatamente el pescador le ofreció entrar en su casa-estaba anocheciendo y hacía frío. En el salón de la casa había una chimenea con un buen fuego – el hombre le dijo que se acercara a la lumbre y le dijo que le traería comida y una manta.
-A continuación, Gabriel entró en calor y empezó a comer lo que era un cuenco con pescado local frito y arroz. Después de comer, -el pescador le llevó hasta una habitación donde había una pequeña cama y allí quedó rendido durante un par de días.
-Cuando despertó, el anfitrión le ofreció una taza de café y Gabriel empezó a contarle que antes del naufragio, se había embarcado en un viaje sin su familia habiendo dejado a su mujer y dos hijos en Naha (Okinawa) y que el propósito de su viaje era recuperarse del desgaste que durante años había sufrido debido a su trabajo, en la gestión de dos hoteles de los que era en parte propietario y que le proporcionaban una buena fuente de ingresos pero que para él habían perdido todo interés y significado.
-Odiaba ir cada día a la oficina y las interminables jornadas de trabajo que le apartaban de su familia, – su negocio le había llevado a perderse la infancia de sus hijos y a tener casi una ruptura con su mujer. Su estado de salud había empeorado con los años debido al stress, a las interminables jornadas de trabajo y viajes de negocios.
-Y había llegado a tal punto que lo único que quería era replantearse su forma de vida – por ello se embarcó en este viaje, -buscaba inspiración para cambiar el rumbo de su vida.
Antonio -que así se llamaba el pescador y que tenía nombre español por haber sido Filipinas una colonia de España, después de escuchar brevemente la historia de Gabriel le ofreció pasar unos días en su casa y quizá algo de trabajo.
Terminado el café y la breve charla, Antonio le dijo; “Gabriel yo cuando puedo voy a la plaza del pueblo a tomar un vino y a conversar con el dueño del bar y con un poeta escritor que pasa allí largas horas escribiendo y conversando con los vecinos del pueblo que frecuentan el bar – poca gente.
Permíteme que te hable de “Sergio el poeta” brevemente; Sergio fue tomado durante mucho tiempo por loco y todavía es así, aunque hay unos cuantos vecinos y amigos que le tenemos gran estima.
El escribe relatos o poemas que muchas veces regala a quien conversa con él.
En mí opinión Gabriel; los textos que el escribe o su conversación tienen algo profundo que a mí me ha inspirado para plantearme nuevas formas de ver la vida y a tomar decisiones, a veces difíciles en cuanto a cómo quiero vivir.
Ya ves, llevo una vida sencilla, -decía Antonio, pero creo que después de tantos baches y problemas a los que me he enfrentado, -cada vez vivo más en paz, lo cual no ha sido nada fácil.
– ¿quieres ir al bar? – preguntó Antonio, – a lo que Gabriel respondió;” todavía no Antonio, quiero recuperarme de todo lo que me ha pasado recientemente”; – “dame algo que hacer pues no quiero estar en tu casa sin aportar nada, ¿puedes darme trabajo?”
-Antonio contestó; “-mañana saldremos a pescar, creo que puedo darte empleo, alojamiento, comida y un pequeño salario, – me hace falta una persona para que me ayude con el pequeño negocio que tengo”.
“Dime Antonio, ¿en qué consiste tu negocio?”- Preguntó Gabriel intrigado.
– “Gabriel, es muy simple, -salgo a pescar de madrugada, y ya a medio día regreso al puerto donde tengo un pequeño almacén. En el cual -con la ayuda de otras dos personas limpiamos el pescado, lo clasificamos y empaquetamos en cajas para más tarde entregárselo al transportista que lo lleva a la ciudad donde es vendido”.
“-Gabriel, yo creo que podrías ayudarme con las tareas del almacén pues la pesca es más compleja”-dijo Antonio.
“Si, me parece muy bien -empecemos cuanto antes” -dijo Gabriel.
– “Mañana iremos al almacén y conocerás a las otras dos personas que trabajan conmigo” -dijo Antonio.
“El trabajo siempre me ayudó a vivir de una forma más equilibrada hasta que empecé a darle más importancia que a otros aspectos fundamentales de mi vida” – dijo Gabriel.
Al día siguiente Gabriel acompañó a Antonio en lo que sería un día ordinario de trabajo.
Se levantaron a las 5am y ya una vez listos se dirigieron al puerto donde Antonio tenía un barco a vela, – allí esperaba Emilio, -el ayudante de Antonio que fue presentado a Gabriel y se adentraron mar adentro, el mar estaba en calma y empezaba a amanecer.
Una vez a unos miles de metros de la costa Antonio empezó a colocar el palangre (aparejos de pesca utilizados en la zona).
Antonio le explicaba a Gabriel como usar los aparejos mientras Emilio se encargaba de llevar el barco en la dirección deseada. –“En estas aguas se pesca Atún, Caballa de la India y algunas especies más” – comentaba Antonio. “Creo Gabriel, como te dije ayer que lo mejor será que me ayudes en el almacén ya que la pesca requiere más experiencia, pero no quería dejar de mostrarte lo que viene a ser un día de trabajo normal” comentó Antonio. Antonio estuvo soltando la línea de aparejo con los anzuelos y el cebo durante varias horas y cuando terminó se tomaron un descanso para comer algo y hacer tiempo a que en el primer tramo de línea picaran los peces.
Ya casi a media mañana regresaron a donde se habían colocado los primeros metros de aparejo para recogerlo ya con posibles capturas. El día estaba despejado y lucía el sol. En los primeros metros de línea ya empezaron a aparecer diversas capturas, Atunes pequeños, Caballas y otras especies autóctonas. Transcurridas unas horas de seguir la línea de aparejo con las capturas Antonio se dio por satisfecho y dijo: – ya podemos volver al puerto, dejaremos el resto de la línea para recogerla mañana”.
Serían aproximadamente las 13 cuando llegaron al puerto. Descargaron las capturas con la ayuda de María y Alberto – las dos personas que trabajaban de ayudantes en el almacén, que fueron previamente avisadas por Emilio – el almacén solo estaba a unos 20 metros de donde atracaba el barco.
Ya en el almacén María y Alberto comenzaron a enseñarle a Gabriel como limpiar el pescado con un cuchillo y una cuchara, trabajaban en una mesa uno detrás de otro, primero Alberto que era el más hábil con el cuchillo hacía un corte en la parte del vientre de cada pieza para dejar al descubierto las tripas del mismo, luego María con la ayuda de una cuchara pasaba la cuchara por la hendidura que había hecho Alberto en cada pieza y retiraba las tripas , enjuagaba el pescado en un barreño con agua y esperaba a que otra persona fuera clasificando el pescado en cajas según la especie – esta tarea fue dada a Gabriel.
Tras varias horas de trabajo llegó el transportista con su carro tirado por caballos para recoger el pescado y llevarlo a otra población más grande y cercana donde el mismo lo vendería. Después de cargar el carro y pagar a Antonio el día de trabajo había terminado.
Gabriel fue conociendo a los miembros del equipo de trabajo durante toda la jornada parecían gente satisfecha de algún modo pensó.
“Antonio” – exclamó Gabriel cuando ya se encontraban en la casa junto a la lumbre, “realmente me ha gustado el trabajo que desarrollas aquí pero no paro de pensar en mí familia y lo preocupados que deben estar por mí” – voy a escribirles una carta y a mandársela mañana – hay oficina de correos en el pueblo ¿verdad?, si Gabriel hay una pequeña oficina de correos, mañana podrás mandar tu carta, -contestó Antonio.
Fueron pasando los días con la rutina del trabajo y Gabriel no dejaba de pensar en su familia, quería decirles que estaba bien después de todo lo ocurrido había mandado su carta hacía ya cinco días y sabía que tardaría en llegar a Okinawa donde su familia vivía – esperaba su pronta respuesta.
Tenía que ahorrar dinero para el viaje de vuelta a casa. Habían pasado ya diez días desde el naufragio cuando Gabriel decidió acompañar a Antonio al bar del que le había hablado. “Gabriel verás que no te arrepentirás de conocer a Sergio el poeta” – dijo entusiasmado Antonio.
Y así fue -fueron al bar “llamado café Madrid” en día de descanso y tras presentarle Antonio al dueño del bar a Gabriel,
preguntaron a Fernando por Sergio “el poeta”, a lo que Fernando contestó que Sergio había salido un momento pero que le había dicho que volvería pronto.
Antonio y Gabriel decidieron esperarle mientras tomaban un vino charlando con Fernando y contándole todo lo ocurrido.
Los minutos pasaban y Sergio no aparecía.
De pronto y tras haber pasado una media hora en el bar, entró un hombre de aspecto un tanto extraño, – su ropa tenía agujeros, pero tenía una presencia algo distinguida y parecía una persona en cierto modo alegre a la que no le importaba demasiado su apariencia. Vestía ropas de colores llamativos que no parecían mantener ningún tipo de sintonía entre sí.
Antonio llamó a Sergio y le presentó a Gabriel.
Pocos minutos después, Gabriel se hallaba contándole a Sergio cómo había llegado a la isla y todo lo sucedido.
La conversación fluía con facilidad, Sergio se limitaba a escuchar la mayor parte del tiempo más que participar en lo que más bien parecía un monólogo más que un diálogo.
Gabriel había empezado contándole que había sido, durante gran parte de su vida, un hombre de negocios al que le había ido bastante bien durante años pero que había perdido el entusiasmo de los primeros años de su carrera recientemente, que, a pesar de irle bien, el trabajo que realizaba y los proyectos en los que había estado inmerso recientemente habían perdido su interés aún siendo una buena fuente de ingresos. Los largos días de trabajo y sus viajes de negocios habían, durante mucho tiempo, constituido lo que fuera la mayor parte de su vida hasta entonces. – Esto había hecho que no dispusiera de tiempo que dedicarle a su familia (su mujer y dos hijos pequeños). Esta forma de vida había hecho que cada día que pasaba se encontrara con menos energía por ello había decidido tomarse un descanso y hacer un viaje en solitario para buscar inspiración y explorar nuevas formas de vivir.
Una de las cosas que echaba en falta en sus proyectos era un sentido más profundo y vasto que el mero hecho de ganar dinero. Había, en unos años, conseguido mucho de lo que la mayoría de las personas luchan por tener, esto era, cierta riqueza y “bienestar material”. Con el paso del tiempo habían empezado a importarle más las “causas sociales” y echaba de menos el que su trabajo no tuviera un impacto real en mejorar la vida de las personas.
Sergio escuchaba atentamente – y cuando Gabriel parecía haber hecho una pausa, dijo; “Muy interesante Gabriel, – ya te habrá contado Antonio que suelo escribir todo tipo de poemas, textos, etc después de hablar con la gente que al bar llega y tú historia me ha evocado ciertas ideas, imágenes y pensamientos que escribiré y te daré la próxima vez que nos veamos – si puedes ven mañana al bar.
Gabriel asintió y le dijo a Sergio que al ser día no laborable el día siguiente, no tendría ningún problema en acercarse al bar. Gabriel y Antonio se despidieron de Sergio y Fernando hasta el día siguiente.
Durante el camino a casa de Antonio, Gabriel le contó a este sobre la conversación con Sergio y sobre el texto que Sergio había prometido regalarle al día siguiente. Gabriel esperaba con gran entusiasmo el encuentro con Sergio al día siguiente, tanto era así que a penas durmió unas horas ante la expectación de leer lo que Sergio había quedado en escribirle.
Llegó el día siguiente y Gabriel y Antonio decidieron ir a desayunar al bar de Fernando. Cuando llegaron Fernando acababa de abrir el bar y allí no había nadie más que él.
Antonio y Gabriel decidieron hacer tiempo y desayunar mientras esperaban la llegada de Sergio.
Allí estuvieron esperando durante unas dos horas conversando con Fernando. – Este les decía, cómo Antonio ya sabía, que Sergio solía escribir durante el amanecer y primeras horas de la mañana y que rara vez aparecía por el bar antes de las once de la mañana.
Eran las once menos diez cuando entró Sergio en el bar saludando a los tres. Inmediatamente se dirigió a Gabriel entregándole un sobre y diciéndole – no te extrañe si el texto que he escrito tiene un cierto tono solemne o extraño a primera vista – yo sólo he puesto en palabras lo que tu conversación me transmitió ayer.
Tras charlar brevemente con Sergio, Antonio y Gabriel dejaron el bar y se dirigieron a casa de Antonio. Gabriel no veía el momento de abrir y leer la carta que Sergio había escrito para él.
Al llegar a casa de Antonio, Gabriel se sentó en el banco de al lado de la casa y empezó a leer la carta de Sergio que decía así:
“Tras la larga noche llegó el alba y recordaste lo que era la Justicia y llegó la hora de despertar del sueño – que cual era glaciar te había mantenido aletargado tanto tiempo.Y volviste a sentir un torrente de fuerza en ti y tus músculos y tendones se desentumecieron y empuñaste la espada del Ingenio y la Sabiduría eterna. Fueron aquellos momentos memorables donde las dificultades y el desaliento quedaban atrás sin dilación y el Sol volvió a brillar con intensidad para una humanidad que despertaba contigo a un nuevo mundo.”
Después de este texto había una pequeña nota que decía lo siguiente:
“Gabriel, – yo hace tiempo que trato de mantener una conexión estrecha con mí ser, por decirlo de alguna manera y creo esto me ha llevado también a desarrollar una percepción muy aguda de las personas y las cosas. -Algunos me toman por loco cuando leen los escritos que les regalo después de haber mantenido una conversación con ellos. Otros en cambio me tienen en alta estima por servirles mis textos de inspiración para sus vidas.
Yo sólo me considero como una especie de canal por el que la Naturaleza me hace compartir visiones, imágenes o ideas de las situaciones y personas que conozco, que luego plasmo en todo tipo de escritos, poemas etc.
Un abrazo,
Sergio”
SINOPSIS DEL “Náufrago y el Poeta”:
Gabriel naufraga cerca de la isla de “Elan” en el archipiélago de Filipinas cuando se encontraba en un viaje que había programado para buscar inspiración sobre como dirigir su vida tras un fuerte agotamiento sufrido por su mera dedicación a su trabajo y negocios durante años. El viaje organizado, -originalmente tenía como punto de partida Okinawa, donde Gabriel vivía con su familia, y como destino Katmandú (Nepal).
El naufragio de Gabriel le llevará a conocer a Antonio y Sergio, – “el Poeta” en la isla de “Elan” con los que entablará una fuerte relación de amistad.
A lo largo del libro Gabriel mantendrá un continuo diálogo con Sergio, el cual, mediante su conversación y todo tipo de escritos regalados a Gabriel, hará que empiece a ver la vida de otro modo y se replantee a que dedicarse.
Tras pasar un año en la isla de “Elan” y tratar de que su familia se establezca allí sin éxito, Gabriel decidirá continuar el viaje programado inicialmente para conocer y estudiar budismo en Nepal, sin perder por ello el contacto mediante correspondencia con Sergio.
Posteriormente, después de otro año en Katmandú y de estudio de budismo, Gabriel volverá a Okinawa con su familia donde seguirá estudiando el budismo en Okinawa a la vez que volviendo a trabajar.
La transformación, que, con el tiempo, experimentará Gabriel lo llevará a convertirse en un maestro espiritual, lo que no sólo no le llevará a ser un asceta, sino que fundará y trabajará en diversas organizaciones creadas para mejorar la forma de vida de millones de personas.
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