Mirándole con delicadeza me acerqué y pude corroborar su apariencia esponjosa. Allí estaba en la estantería recién exhibido aquel pan reciente. Las monedas que mi bolsillo sostenía las necesitaba para comprar otra cosa, sin embargo ese olor que me hacía señales penetró hasta lo más íntimo de mis caprichos. Compré el pan, con el objetivo de disfrutarlo en mi casa, con una taza de chocolate, con un café, con alguna bebida al clima, hasta si me lo permitiera, comerlo así a lo seco.
Pasaron los días, de la misma manera que pasan las aves decorando el firmamento. Como ya estoy en la edad de que casi todo se me olvida, está vez se me olvidó que había comprado un pan caliente y lo había dejado en la alacena para comerlo luego. Me acordé a los seiscientos días. Cuando lo fui a ver todavía estaba caliente.
De las cosas que sé, es que un pan en menos de una semana ya está con moho, con olor desagradable, hasta con poco peso por la labor de las hormigas y con el alto riesgo de que se desarrollaran hongos indeseados, dentro de una alacena humedecida. Por lo menos haberme acordado antes de los cinco días y así rallarlo, ponerlo al fuego, freírlo; de ese modo salvar algo de él. Pero todo esto que digo fue en vano, este pan después de un año, todavía está conservado.
Me dirigí al lugar donde había comprado el pan para hacer el reclamo. Me dijo el señor que me atendió que no entendía de qué la hablaba, que ningún pan me vendió, además me dijo, esto no es una panadería, sino una papelería, que lleva más de cinco años en este local.
La situación con ese pan estaba bastante extraña, en lugar de su apariencia fresca, debería estar húmedo pegajoso o gomoso y con un sabor raro, definitivamente debería haber estado para arrojar a la basura. Por eso pensé en deshacerme de él. No lo hice. Preferí volver a casa con el pan.
Cuando llegué a casa en ese lugar no había casa, alrededor no habían más casas, hacia el cielo no estaba el cielo, hacia donde solía ver el parque no había parque, ya no estaba el pan en mis manos, de hecho, me estoy sintiendo encerrado, también me siento caliente, esponjoso, perdiendo mi olor natural a trigo…
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