Me duele la barriga… tengo frío y hambre.

Nunca me imaginé que dolería tanto tener hambre y por supuesto que ni en mis peores pesadillas pensé desear tanto aunque sea un pedacito de pan duro. Algo que me ayude a calmar esta sensación horrible en mi estómago. Desconocía que el vacío en mi estómago pudiera ser doloroso. No sabía que el hambre dolía tanto. Antes despreciaba mi comida por aburrida

Ese día pensaba que tenía toda mi vida en orden. El sol brillaba complaciente en lo alto, el cielo estaba limpio, sin una nube. Los árboles apenas se movían con la suave brisa que soplaba desde el norte y yo… Yo estaba absolutamente feliz… Tenía el amor de mis padres, mi casa hermosa, sin lujos, pero muy cómoda, mi camita tendida con la manta que mi abuela me había tejido con tanto amor.

Nada podría fallar … Eso suponía yo.

Pero de repente todo se transformó en confusión, miedo y dolor. No sé cómo, pero todo se volvió confuso. El estruendo fue tan fuerte y sorpresivo que lo único que atiné a hacer fue correr. Correr como si de eso dependiera mi vida. Corro sin reflexionar, simplemente siguiendo el ritmo acelerado de mi corazón. Y cuando ya no pude más dejé de correr y dejé de escuchar a mi corazón.

En ese preciso momento empecé a darme cuenta de que estaba solo, sin mi mamá y sin mi papá, lejos de mi casa y de mi cama con la mantita que mi abuela me había tejido. ¿Dónde estoy? ¿Qué paso? ¿Qué fue ese estruendo? ¡Tengo hambre! Necesito ayuda, por favor

Ya hace mucho que vago por calles desconocidas y el dolor de mi panza es insoportable. Quiero aunque más no sea un pedazo de pan duro. Me da la impresión de que estoy muerto porque al parecer nadie me ve, la gente camina a mi lado despacio como si no supieran qué hacer. Por ahí escuché que hubo una explosión, pero no entiendo mucho más. Solo sé que quiero comer y me siento muy débil y sinceramente ya casi no puedo caminar. Me tiembla todo el cuerpo, no sé si de frío, no sé si es hambre o si es miedo porque ya está oscuro y no sé dónde está mi familia.

Me acurruco contra una pared cansado y somnoliento y me hago un ovillo. Ya no quiero ni moverme. Tengo miedo y hambre. Me duermo y sueño. Sueño que mi mamá me prepara esa comida humeante y calentita que siempre me hace y yo esta vez no la rechazo. Cuando estoy por abrir mi boca y engullir todo de un bocado me despierto con un horrible dolor de barriga. Pan, necesito un pedacito de pan para no morir de hambre.

Un señor muy sucio se me acerca y me da terror. No quiero ni mirarlo a los ojos. Siempre mi mamá me dijo que nada de hacerme amigo de gente extraña y menos que menos dejar que me toquen.

El hombre me mira y estira su mano para acariciar mi cabeza y quiero correr del terror que me provoca, pero no tengo fuerzas ni para salir corriendo, menos para salirme del lugar donde me encuentro.

Ya es de noche y hace frío y el terror y el hambre no me dejan pensar con claridad. ¡La gente mala de la que me había advertido siempre mi familia existe! ¿Mamá dónde estás? ¡Papá por favor ven a defenderme!

El hombre sucio se acerca cada vez más a mi cuerpo totalmente adormecido del frio y del hambre y como en una película de terror abre lentamente una bolsa de tela rotosa y mugrienta. El terror me paraliza.

Seguro que aprovechándose de mi debilidad me va a meter ahí adentro y me va a llevar lejos de casa. ¡No es justo que así sea mi fin!

Y yo que creía que tenía la vida resuelta y organizada!

El olor que sale de la bolsa es horrible… rancio y agrio. La mano sucia busca algo en su interior y cuando lo encuentra comienza a salir lentamente… Por favor no me mate señor (ruego para mis adentros).

Una mano sucia de dedos muy largos y uñas roñosas saca un pedazo de pan de la bolsa y me la ofrece. No quiero ni pensar en la cantidad de gérmenes que debe tener ese pedazo de masa dura y sucia. Mi cuerpo automáticamente responde al estímulo de la comida. Mis orejas se levantan de felicidad, mi cola empieza a moverse a pesar de que no quiero, de pura felicidad. El olorcito rancio del pan duro y viejo es música para mis pobres tripas muertas de hambre. Creo que mi papá y mi mamá estarán muy preocupados por mi ausencia (eso es si sobrevivieron a la explosión de la garrafa de la cocina que voló toda la cuadra donde estaba mi casa).

Por lo pronto sospecho que tengo nuevo dueño. Supongo que de ahora en más mi vida no va a ser tan prolija como antes, pero… creo que por un pedacito de pan duro al día valdrá la pena intentarlo.

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