Los diarios del Salón Dulce son tan solo una minúscula fracción del legado que mi familia materna me ha dejado en herencia.
Tras la muerte de la tía Ángela, hace ahora dos años, Gracia me hizo entrega de una gran caja llena de libretas. Eran los diarios del abuelo Miguel,el tío Santiago, el tío Alberto y Julia. Yo misma conservo mis propios diarios y siempre he conocido la existencia de los del abuelo, pero cuando recibí aquella ingente cantidad de manuscritos intuí que tenía por delante un apasionante viaje a través de la historia de mi familia. La lectura superó con creces mis expectativas.
Durante dos años he sufrido, he llorado, he reído y me he quedado boquiabierta con mi familia ya desaparecida, he conocido secretos muy bien guardados durante décadas y he atado algunos cabos sueltos hilando mis recuerdos juveniles con las revelaciones de mi abuelo y mis tíos.
Ahora, con el permiso de Gracia y haciendo un sincero homenaje a su amor por una familia a la que quiso y cuidó como si fuera la suya, me atrevo a compartir con el mundo este pequeño fragmento de nuestras vidas.
He creído justo, aunque no por ello necesario, incluir los fragmentos de mis diarios correspondientes a ese período. No ha sido fácil. Revivir la adolescencia en plena senectud ha supuesto una enorme dosis de decepción por los sueños incumplidos y de nostalgia por los sentimientos puros y genuinos. Leer mis diarios tantos años después me ha llevado al sonrojo más de una vez, por lo que me he sentido tentada a omitir en esta recopilación ciertos párrafos un tanto bochornosos. No los he ocultado finalmente, empujada por un sentimiento de respeto hacia la mujer que era en aquel momento: una joven escritora convencida del poder de las palabras y deseosa de emocionar con ellas a quien quisiera leerlas.
Todos los autores de estos diarios, excepto yo misma, están muertos hoy, así como la mayoría de las personas a las que se menciona en estas páginas. Mi querida Gracia renunció a conocer el contenido de los diarios todos esos años que los tuvo en su poder. Respetando su voluntad he esperado hasta después de su muerte para publicar su contenido.
Las revelaciones que estas páginas contienen acerca de la historia de nuestro país ya han sido puestas en conocimiento de las autoridades correspondientes. Los crímenes no han ya de ser juzgados por inexistencia de sus autores.
Diario de Nieves
Cuando entré en el despacho del abuelo esta mañana el olor del caldo ya llegaba hasta allí. Besé al abuelo y a la tía Ángela fugazmente y me dirigí a la cocina, donde una atribulada Gracia se movía rápida y precisamente entre fogones, ollas, platos y diversos alimentos a punto de ser cocinados. La robusta mujer parece estar en todos los espacios de la cocina a la vez. La tía Áurea se encontraba en su esquina de siempre, silenciosa y prácticamente estática, pelando patatas. Creo que cuando sea vieja, el único recuerdo que tendré de esa mujer es su imagen pálida y escuálida,sentada en un minúsculo banco de madera de poco más de un palmo de altura pelando patatas, depositando cada monda en su delantal de cuadros negros y blancos, vaciando las pieles de cada patata ya pelada en el cubo metálico de su izquierda y cada patata impecable en el gigantesco fregadero de mármol blanco junto a la cocina.
Ninguna de las dos se había dado cuenta todavía de mi presencia. Gracia le habló a la tía en voz muy alta. A menudo parece no darse cuenta de que el duro de oído en esta familia es el tío Carlos y no la tía Áurea, pero no me sorprende, ambos son tan parecidos que se podría decir que son hermanos mellizos.
-No sé que se traen entre manos tu padre y tu hermana estos días, tanto silencio en el despacho me parece muy sospechoso – Gracia abrió los ojos y levantó las cejas en una mueca burlona- puede que te estén buscando un buen marido, a lo mejor ya lo han encontrado.
-No diga tonterías Gracia- Áurea es la única en casa que trata a Gracia de usted, quizá en un intento inútil de negarle su derecho de pertenencia a la familia. Todos los demás hermanos de mi madre y la propia hija de Gracia parecen haber aceptado el hecho de que, a pesar de no estar casados legalmente,hace ya veinte años que ella y el abuelo comparten el mismo techo y la misma cama.
-Ser serán tonterías mi niña, pero si no estuvieras tan ocupada todo el día rezándole a la Virgen y coleccionando estampitas de santos, a lo mejor sacabas un poco de tiempo entre misa y rosario para dejarte ver un poco por la plaza y buscarte un marido tu solita, que ya te viene siendo hora. Desde luego que pretendientes no te iban a faltar con esa delantera que te ha puesto el señor entre brazo y brazo.
Es cierto que los exuberantes pechos de Áurea no parecen corresponderse con su cuerpo de aspecto infantil y casi volátil.
Gracia ha conseguido poner nerviosa a la tía beata, y quizá sintiéndose un poco culpable, ha dejado escapar una sonora risotada, ha agarrado una silla, un cuchillo y un paño y se ha sumado en silencio a la ingrata tarea de pelar patatas para la gran olla de caldo que en esta casa siempre hierve en el fogón. Solo entonces me vio en la puerta y me sonrió con complicidad. Las besé a ambas en la mejilla y me senté en el comedor a repasar algunos ejercicios de contabilidad.
Que Julia apareciera en la cocina casi media hora antes de la comida no nos sorprendió a ninguna de las tres. La joven pelirroja, a sus veintiún años recién cumplidos, se mueve con la diligencia y la seguridad de su madre, aunque con la agilidad y la elegancia propias de un cuerpo joven y esbelto. A excepción de la melena pelirroja, Julia no guarda gran parecido físico con Gracia, aunque ésta insiste en afirmar que a los veinte años ella era tan esbelta y grácil como lo es ahora su única hija.
-Que rico, caldo- en un santiamén ha abierto la olla, ha probado el líquido con el enorme cucharón metálico y la ha vuelto a cerrar.
Me gusta Julia, es la única de la casa con la que puedo hablar sinceramente. Con el tío Santi comparto muchas cosas, hablamos de arte, de libros, de poesía y de recetas de pasteles, pero hay cosas que son solo para hablarlas con una chica y para eso tengo a la “tía” Julia.
-Mira Áurea, te he traído una estampita de San Cristóbal, me la ha dado… no importa, toma. Es guapo el San Cristóbal este ¿no?, pena que ya esté muerto, a mi me gustaba para ti.
Áurea se hasantiguado con cara de horror.
– Por el amor de Cristo, es un santo, muestra un poco de respeto.
-Tranquila hermana Áurea, no se sulfure usted- sus manos agarraron la pálida cara de mi tía mientras se agachaba para besarle la coronilla con una sonrisa- voy a rezar un padrenuestro mientras pongo la mesa y seguro que Dios se apiada de mi alma pecadora.
Julia es experta en rozar los límites en cada cosa que hace o dice. Los límites de la buena educación, de la feminidad, incluso los de la legalidad. En demasiadas ocasiones se extralimitasin que parezca que le preocupen demasiado las consecuencias. Es una mujer lista, fuerte, guapa y encantadora, y sabe utilizar sus armas para pelear, discutir, seducir o solucionar cada problema que ella misma se busca. No es que yo quiera ser como ella, pero me gusta.
A las dos en punto, tras asomarse de nuevo a la cocina para recibir la conformidad de su madre, se asomó al patio interior que comunica el obrador, la casa y el despacho de la panadería.
¡A comer se ha dicho!- su voz resuena siempre en las paredes con un rápido eco que hace sus palabras casi incomprensibles. Pero todos saben que una voz gritando en el patio a esa hora solo puede significar una cosa. Rápidamente los chicos se quitan los delantales grises de trabajo y se lavan las manos en el pequeño retrete del patio. Por las escaleras interiores las chicas acceden al piso superior en el que se encuentra el gran comedor en el que la familia se sienta a comer a diario.
Gracia, al ver que me sentaba a la mesa de primera y movía mis rodillas compulsivamente se dirigió a mí con cariño. Aunque no es mi abuela, lo cierto es que me trata comosupongo que las abuelas tratan a las nietas, siempre dispuesta a consentir mis caprichos y pasar por alto mis faltas.
-¿Tienes hambre Nievitas? Tranquila, que mientras Gracia pueda usar estas dos manos para cocinar, a mi niña no le va a faltar un buen plato de caldo. Acto seguido me estampó un sonoro beso en la mejilla. Yo le respondí en silencio llevándome una mano al estómago y girándola en círculos mientras me relamíael labio superior. Nos reímos discretamente sin dejar de mirarnos. Me gusta la forma en que me mira Gracia.
Cuando el tío Carlos entró en el comedor se dirigió directamentea Áurea, le hizo un breve comentario y un segundo más tarde su hermana, en silencio, retiró uno de los servicios de la mesa, introduciendo cada uno de los platos y cubiertos en su correspondiente lugar del aparador acristalado.
Mi madre torció el gesto sospechando con acierto quién no nos iba a acompañar a comer.
¿Otro día más nuestro querido hermano Alberto nos priva de su compañía? –la voz de mi madre casi siempre suena rencorosa, pero hoy, quizá por el volumen tan alto que usó para que Carlos la oyera, sonaba casi envidiosa, como si lamentara no poder ser ella la ausente en la mesa familiar.
-Sí-masculló Carlos en voz muy baja- ha tenido que reunirse con alguien.
Carlos es tan delgado y pálido como Áurea y parece no poder evitar sentirse incómodo en presencia de sus hermanas. Supongo que le hubiera gustado que alguno de sus hermanos varones le acompañara durante el almuerzo, pero a Sara, la esposa de Santiago, le gusta tenerlo en casa para comer y Alberto, bueno, Alberto es Alberto y le ha vuelto a jugar una mala pasada a su hermano pequeño obligándolo a hacer de recadero, papel con el que Carlos no se siente nada cómodo.
Tratando de desviar la atención del tema ha preguntado secamente: – ¿Qué hay de comer?
Áurea no parecía interesada en contestar a su hermano y Gracia estaba en la cocina ultimando los preparativos para servir la comida, así que Julia se ha animado a contestarle en tono teatral oficiando de portavoz de la cocina.
-Para comer, hoy los señores, señoras y señoritas tienen: caldo de Gracia con patatas y alubias aderezado con generosas raciones de pollo, ternera y cerdo.Como postre podrán degustar el famoso “queso del hombre” con dulce de membrillo, este último elaborado por la mano maestra de Don Santiago Robles, ausente hoy del almuerzo como cada día para cumplir con sus obligaciones maritales. Las maestras cocineras esperan que todo sea de su agrado. Bon apetit.
El abuelo Miguel la ha mirado con simpatía aunque rápidamente su gesto se ha vuelto serio y resignado al escuchar las palabras de Ángela.
-Aprovechemos ahora para comer bien, porque si comienza una nueva guerra, y parece que así será, es posible que la comida escasee en los próximos meses y quizá nos tengamos que conformar con el caldo de patatas y alubias únicamente.
Contesté rápido, sin pensarlo demasiado. Ahora casi me arrepiento de no haber tenido la boca cerrada.
-Mi tía la mayor siempre tan optimista. A lo mejor no hay guerra. Puede que mañana un hombre muy rico entre por la puerta de la panadería, caiga rendido de amor a tus pies y te convierta en la mujer más feliz y rica de la villa. ¿A que no habías pensado en esa posibilidad?
Toda la familia rió disimuladamente como respuesta a mis palabras, pero mi madre me mandó callar con una severa mirada.
En realidad no pretendía ridiculizar a la tía, tan solo poner un toque de humor a sus comentarios de vieja ceniza. Después de comer, la tía Julia me contó quehace pocos años, Ángela se dejó engatusar por un extranjero muy bien plantado y muy mentiroso también. El hombre no era más que un ladronzuelo de medio pelo. Robó unos cuantos relojes de gran valor“vete tú a saber dónde” y se presentó en la panadería fingiendo ser un rico empresario de la relojería suiza. Durante semanas Ángela vivió inmersa en un romántico sueño lleno de promesas de conocer el mundo y formar parte de un imperio económico fundado por el que ya veía como su futuro marido. Cuando la policía se presentó en la panadería preguntando por él, el extranjero llevaba ya varios días sin aparecery Ángela no volvió a verlo jamás. Julia dice que desde aquello Ángela se ha vuelto desconfiada y trata a los hombres que la adulan con absoluto desprecio y la justa educación. Yo creo que mi tía mayor trata a todo el mundo igual, es buena persona pero en realidad no es muy simpática con nadie, bueno quizá con el abuelo sí.
Ángela salió del apuro en que yo la había metido concentrándose en mi deseo de paz.
-Ojalá tengas razón y no empiece una nueva guerra, esa sí que sería una razón para ser optimista.
La tía Julia se apresuró a defender a la única de las hermanas Robles que a pesar de todo, parece sentir sincero afecto por ella.
-Además, si Ángela quiere ser rica, no necesita a ningún hombrepara conseguirlo – me dijo-. Tu tía es una gran empresaria, y no le hace falta un hombre que venga a salvarla de nada. Con un poco de suerte, inteligencia y habilidad se puede llegar muy lejos seas hombre o seas mujer. A Ángela inteligencia y habilidadno le faltan y la suerte… bueno, la suerte hay que saber encontrarla.
En aquel momento el abuelo decidió que había llegado el momento de dejar de elucubrar sobre el futuro del país y las posibilidades de su hija como empresaria.
-Comience o no una nueva guerra, la panadería Robles va a seguir creciendo en los próximos meses. Y para ello, después de meditarlo mucho, hemos decidido abrir una confitería y un pequeño salón de téque permita a nuestros clientes sentarse tranquilamente a degustar nuestros dulces recién hechos. Queremos convertir el “Salón Dulce” en un lugar de reunión para gente educada y amante de la buena repostería.
La noticia, que el abuelo ha expresado enplural en un intento de incluir a todos los presentes en el proyecto,no ha causado gran conmoción en sus hijos. A excepción de Ángela y el ausente Santiago, mis tíos no se involucran demasiado en los asuntos empresariales.
Carlos se limita a obedecer las órdenes de su hermano mayor en el obrador. Es un buen trabajador, pero sus pensamientos parecen estaren un mundo muy lejano, del que entra y sale constantemente, consiguiendo que los demás no sepan nunca si Carlos se encuentra presente en cuerpo y mente o si ha traspasado la frontera que lo aleja de la realidad y se encuentra vagando por su propio universo.
Alberto cumple los horarios de trabajo sin demasiada seriedad. Con excesiva frecuencia se ausenta del obrador para reunirse con sus compañeros del partido o para encontrarse con alguna de las mujeres con las que sale a divertirse.
Áurea apenas sale de la casa para ir a misa y mi madreparece demasiado ocupada entre el despacho de pan y conseguir que su hija no siga el camino poco ortodoxo de su “tía” Julia, se concentre en ser una chica decente y busque un buen marido que no la abandone como a ella la abandonó mi padre cuando conoció a una más joven y más rica.
La pelirroja hija de Gracia tiene la inteligencia necesaria para dirigir un negocio, pero su falta de disciplina, su carácter demasiado imprevisible y sus poco ortodoxas costumbres no le permitirían encabezar un proyecto que, como Ángela y el abuelo siempre dicen,requiere de un trabajo concienzudo, responsable y organizado. Aunque el abuelo la trata como si fuera de la familia, lo cierto es que algunos de sus hijos no aceptarían de buen grado que el negocio acabara cayendo en las manos de Julia antes que en las de los “legítimos herederos”.
A mí en cambio, la noticia me pareció una oportunidad fantástica. Un salón de té será un perfecto lugar de reunión para escritores, poetas y artistas de todo tipo. Que esas reuniones tengan lugaraquí, en mi propia casa, es un regalo que no voy a desaprovechar.
Mi cabeza comenzó a imaginarse el salón. Me apropié de escenarios de mis novelas favoritas y comencé a hablar sin freno.
-¡Salón dulce! ¡Qué nombre tan apropiado! ¿Habrá un gran espejo en la pared? ¿Y sillas tapizadas? Podríamos poner un gran rótulo brillante en la puerta con las palabras Salón Dulce. ¿Ha sido idea tuya abuelo?
Mi abuelo consiguió frenar mi emoción a la vez que atribuirle a su primogénita su ansiada ración de éxito contestando a mi última pregunta.
-No Nieves, mi imaginación no es tan refinada como la de tu tía Ángela, agradécele a ella que en el nombre no aparezca ninguna de mis atroces aportaciones.
Haciendo caso omiso de las nuevas adulaciones de su padre Ángela se dirigió a mí con gesto sonriente y orgulloso.
-La niña parece que tiene ojo para la decoración. Podrías ayudarnos a elegir las telas, los muebles, los cuadros, el papel de la pared…
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