CAPÍTULO 1: THEA

Me gusta estar sentada aquí, con mis piernas bamboleando al vacío. Me siento viva. El enorme túnel de viento de la biblioteca se extiende hacia arriba y hacia abajo, mientras me descuelgo lentamente por la pared llena de módulos invisibles sujeta sólo por una cuerda y un arnés. Sasha está arriba, gritándome consejos latosos. Lo ignoro con gusto. Tengo perfectamente claro adónde tengo que ir y llevo quince desatornilladores, cables de microfibra, kit soldador y visualizador 6-D –más de lo que necesito. No es culpa mía que el imbécil del técnico no haya aparecido por segundo día consecutivo y que yo esté apurada en sacar el material para mi investigación. Y que además sepa cómo reparar el desperfecto, a diferencia de la mitad de los ciborgs que andan dándose vueltas por ahí, incapaces de encender una vela si se les corta la luz.

Está bien, me tomo muy a pecho mi trabajo como periodista: averiguarlo todo. Pero de todas formas, ¿qué pasa si hay una emergencia? Siempre he pensado que es una cuestión de sentido común saber al menos lo básico para sobrevivir frente a un cataclismo. Y no es tan difícil una vez que empiezas a aprender el ABC de los circuitos, al menos no lo fue para mí. Viéndolo desde el lado positivo, un desastre natural de este tipo acabaría con toda esa gente que no es un aporte a la sociedad por simple selección natural.

Está bien, puede que haya tenido que consultar el manual antes de bajar. Pero nadie lo sabe. Menos Sasha, que es experto en preocuparse por mí… aunque alguna que otra vez me haya salvado de alguna buena. Una que otra vez… varias. No puedo negarlo. Me río para mis adentros mientras paso la mano con cuidado por la pared llena de fusibles prácticamente indetectables. Encuentro rápidamente el desperfecto tal como me lo esperaba; los fusibles de seguridad 15 y K32 están quemados, seguramente debido a una sobrecarga. No es la primera vez que pasa según la información que absorbo sobre el circuito, debe ser una falla de diseño. Inútiles. No entiendo qué hacen los ingenieros todo ese tiempo malgastado en la universidad y en sus especializaciones con más letras que el código de barra de un hiperreactor de fusión.

Tiendo un puente con ayuda de un micro transmisor, soldando los cablecitos con cuidado tal como me lo enseñó… bueno, quién me enseñó da lo mismo. Menos mal que la eléctrica sigue siendo la misma después de cientos de años, ya que aprendí de un libro. De papel. Un cable de puente sigue siendo un cable de puente, por mucho que ahora sean microfilamentos que sólo puedo ver a través de la realidad virtual que puse ante mis ojos.

El módulo se enciende suavemente bajo mis manos y ahora viene la parte realmente difícil. Acá estaría perdida sin ayuda. Menos mal que Ángel, ese angelito de la guarda de informática, es de verdad una criatura de dios y me ayudó con el pedazo de programación que me facilitará el acceso. Obviamente podría volver a subir y conectarme al latoso Neuralink para niños que tienen en el hall de entrada. Pero es mucho más entretenido hacerlo desde acá, desesperando a Sasha y disfrutando del vacío que me rodea. Estoy en uno de los pilares centrales de la matriz de la información más importante del mundo moderno: La Biblioteca del Centro de Análisis Interplanetario. Este debe ser uno de los más altos, y tiene la forma de un tubo de órgano gigantesco. Muy por arriba de mí, veo un pequeño círculo azul de cielo. Y a cientos de metros de profundidad bajo mis pies, se abre el espacio dejando a la vista las delgadas arterias transparentes de las calles por la que la gente circula de sección a sección dentro del complejo de edificios. Todas esas personas que andan por ahí con sus implantes Neuralink y su fácil y cómodo acceso a cualquier información que se les ocurra pedir, no tienen ni idea de que sale de acá. Y que si se apaga estarían fritos.

– ¡¡¡Thea, contesta!!!- Los gritos de Sasha se están poniendo de verdad irritantes. Rápidamente, conecto la interfaz de mi procesador y le doy el “vamos” a la configuración del sistema. En cuestión de segundos termina el procesamiento y la suave voz de MARTHA susurra en mi oído:

– Programación completa. Módulo X012-134 conectado a la matriz.

MARTHA es la IA de la biblioteca. Debe ser una de las más poderosas del mundo. Pero por suerte para mí, es mi amiga, o eso me gusta imaginar. Le doy la instrucción para descargar un artículo sobre la minería de 2020. Parece aburrido, lo sé – sólo a mí me puede interesar la historia de hace más de 100 años atrás, pero es absolutamente vital para mi investigación sobre….

-¡¡Thea!! ¡Te subo!

-¡¡Espera!!- grito pero Sasha ha perdido la paciencia y empieza a tirar mi arnés hacia el puente sobre el que está parado. Mascullando una maldición, tengo el tiempo justo para desconectarme del módulo de información y guardar todo.

Con suaves golpes de talón, asciendo por la pared blanca e inmaculada de la columna central. Extiendo los brazos hacia atrás y grito -Uooooooohh!-, muerta de la risa. Desde arriba, puedo oír las blasfemias de Sasha que seguramente las está sufriendo mientras me jala hacia arriba. Pero no puedo evitar sentirme feliz. Desde que empecé a trabajar acá había querido hacer esto. Me fascina la sensación de libertad que me da el viento y el espacio abierto de la biblioteca que me rodea como un domo enorme. Como me conozco de memoria los planos, sé que toda la información está organizada por secciones y módulos, y estos por áreas temáticas. Todo el complejo es una supercomputadora, y está construido de forma modular e independiente entre las partes, cada una de las cuales cuentan con su propia fuente de energía. De esta manera, se respalda a si misma millones de veces, y cada pequeña sección tiene lo necesario para reconstruir el conjunto. No solamente hay datos duros: históricos, científicos, bases de datos económicos, información política, terradatos. También se guarda todo lo referente a nuestras redes sociales. Poca gente sabe que este es uno de los edificios más importantes para sostener nuestro mundo moderno: el lugar en dónde se encuentra físicamente “la nube” a la que todos se conectan.

Soy diferente por muchas cosas, pero la principal es que a diferencia de todos los que conozco, no tengo ningún órgano de mi cuerpo implantado en forma artificial. Soy una “humana” al 100% y un bicho raro en pleno siglo XXII. Sasha, por ejemplo, tiene conectado un corazón artificial, un regulador de hipófisis y un potenciador de hipocampo, es decir, un amplificador de memoria. Nada más, que yo sepa. En el fondo Sasha es un conservador, ya que físicamente no tiene ninguna alteración. Franzisca, la guapa interna recién llegada de Marte, está cubierta por completo con un neuroimplante capilar, además de quizás cuántas adaptaciones internas más. Le permite cambiar de color dependiendo de su humor y jugar con su sentido del tacto, es algo que está muy de moda. Y estoy segura de que el cerebro de Ángel es una supercomputadora en miniatura. Además tiene ojos biónicos, sospecho que por vanidad más que por otra cosa. Le encanta mirarte con sus escalofriantes ojos de robot, sin decir nada. Generalmente hace eso con los internos o con recién llegados, quienes se enredan en sus propias palabras bajo su mirada amenazadora. Más de algún novato ha huido intimidado, sin saber que detrás ese gran hombre con ojos de metal se esconde un dulce ser humano corazón de abuelita.

Cuando llego arriba, Sasha me recibe cubierto de sudor y me ayuda a cruzar el barandal desde el cual me descolgué. Su cara redonda está roja de furia y sus hombros gruesos de toro tienen marcas coloradas en los lugares en que le apretó la correa. Se supone que Sasha está allí sólo por seguridad, pero se nota que hizo un esfuerzo tremendo para cargar conmigo. Siento una punzada de culpa que se me pasa enseguida. Lo conozco lo suficiente como para saber que a pesar de su enojo, está inmensamente aliviado y orgulloso de que haya salido de esta una vez más. Y exitosa, como le hago notar mostrándole el funcionamiento impecable de todos los módulos de la sección 6-A. Así que luego de una oleada de reproches y una mirada inocente y arrepentida de mi parte, logro calmarlo y le doy un beso rápido en su adorable pelo color arena. Tengo que ponerme en punta de pies ya que es al menos una cabeza más alto que yo. Luego de guardar todos los materiales en la bodega bajo la mirada desaprobadora del administrador, nos encaminamos hacia la cafetería.

***

En la desembocadura del largo pasillo principal que va de camino al casino, pasamos por el lado del auditorio maestro. Parece una catedral con su cúpula iridiscente y es toda luz y madera. Alrededor de la burbuja se alzan colectores de agua lluvia en forma de pétalos, los cuales están apoyados sobre delgadas columnas por las cuales escurren delgadas cascadas. Un montón de gente vestida con trajes tubulares blancos decorados con bordados de colores nos impide el paso, y me volteo hacia Sasha con cara de pregunta. Antes de que pudiera contestarme nada, oigo a mis espaldas una voz amplificada demasiado familiar:

-…estados satélites nos han traído múltiples beneficios. Aportan minerales y nos abren camino hacia regiones insospechadas. Las subvenciones que les entregamos son parte del aseguramiento de nuestra propia permanencia en la tierra durante muchos años más, por lo que….

¡No puedo creer que me las haya arreglado para confundir la hora de la visita protocolar del presidente! Estoy segura que estaba fijada para hoy a las 12 en punto… deben haberla adelantado. Eso me pasa por no estar conectado a Neuralink como cualquier persona normal. Estoy segura que todo el mundo recibió aviso tras aviso hoy por la mañana, y pensándolo bien, esto explica por qué a pesar de ser un día viernes común y corriente, haya habido tan poca gente en los pasillos centrales. Y que Ángel y Franzisca no hayan estado ahí para molestarme durante mi pequeña aventura… Los veo parados en primera fila. Franzisca tiene un tono ligeramente verde en la cara y está casi colgando del brazo de Ángel. Y pensándolo mejor, eso explica también por qué Sasha haya accedido a ayudarme después de todo; esto fue definitivamente una estrategia para mantenerme alejada.

Miro a Sasha y veo que tiene el ceño fruncido, lo que lo hace parecer un niño amurrado. Sasha tiene la misma edad que yo, pero en este momento parece un cachorro perdido con ojos como polcas. Bueno, Sasha siempre tiene cara de confundido, pero ahora parece más molesto y desorientado de lo normal. -Estaba seguro de que ya habrían terminado a esta hora…- murmura.

– ¡Tramposo!- le siseo al oído antes de meterme entre la multitud.

Aunque él no me conoce, tengo una relación de amor y odio con el presidente del continente americano. Como estudiante de periodismo, fue el tema de mi tesis hace dos años atrás, cuando recién estaba asumiendo el puesto. Joven (aunque de edad indeterminada, como cualquiera que puede permitírselo), debe ser el hombre más influyente vivo en el planeta madre. Y es una pieza clave en la política de relaciones exteriores que tenemos con los planetas y satélites colonos, especialmente los Trappist y Marte. En los últimos años hemos tenido bastantes problemas porque los respingados conservadores terrestres están reclamando más y más recortes en las subvenciones que les hacemos llegar a las colonias. Por otra parte, las colonias acusan abusos de poder…

Ahora empiezan las preguntas. A lo lejos, visualizo un par de colegas de las agencias independientes de Cali y Quitor vestidos con ponchos blancos. Son los primeros en pedir la palabra y la malgastan cuestionando detalles irrelevantes sobre su agenda.

-¡Presidente!- No sé de dónde he sacado pulmón para que mi voz haya rebotado con tanta fuerza por el salón, ya que ni siquiera traigo puesto un amplificador. Pillo el momento exacto en el que el presidente se había detenido para tomar aire y dar la palabra nuevamente. La mitad de la audiencia presente está compuesta por periodistas, además de medio centenar de personas que están presentes a través de hologramas, y todos me miran con aire decepcionado. A menudo tengo estas intuiciones, me permiten estar un paso delante de los demás. Y necesito estas pequeñas ventajas con desesperación.

– Presidente, acá Thea del departamento de Políticas Públicas, Centro de Análisis Interplanetario. ¿Puede decirnos qué acciones concretas se han llevado a cabo durante los últimos seis meses que hayan aportado ala resolución del conflicto?

El presidente me mira con una fina línea en la frente, que desentona en su estirado rostro.

– Thea, muchas gracias por la pregunta. Este gobierno ha dado pasos significativos hacia la mejor comprensión y entendimiento entre las partes. Se ha formado una mesa de diálogo compuesta por los embajadores y delegados de la colonia Marciana y de Trappist 1 y 6, en la que he participado personalmente, y…

– Disculpe que le interrumpa, señor presidente. Me refería a acciones concretas, no a buenas intenciones. El gobierno ha dado señales clarísimas de no querer hacer nada efectivo que garantice un acuerdo. ¿No le parece que hay doble estándar?

La línea entre las cejas del presidente se hace más marcada. Estoy segura de que llegando a casa, pasará al menos dos horas en su MiniSpa para tratar de eliminarla.

– Como decía, la mesa de diálogo se deberá tomar el tiempo que sea necesario para determinar un plan de acción que aborde las principales problemáticas que se han planteado, el cual será comunicado a su debido tiempo. Tengan por seguro que abordará con firmeza y decisión todas las medidas que sean necesarias para allanar el camino hacia un futuro de paz y prosperidad para todos…- El presidente recupera el control haciendo gestos grandilocuentes hacia la audiencia. Pero no quiero dejar que se me escape.

– Por un lado insisten en que quieren afirmar el camino de la paz. Pero por otro parecen más interesados en dilatar las negociaciones que en hacer algo concreto. La última vez que se modificó la ley de colonias fue hace tres años, en el acuerdo de Pangea de 2109. Desde entonces…

– No voy a tolerar acusaciones de este tipo. El gobierno terrestre central y el del continente americano en particular ha trabajado duramente para mantener las subvenciones en un nivel adecuado a los intereses de todos.

– ¡Basta de subvenciones! – una señora vestida de amarillo canario interrumpe la conversaciónnuevamente. Tiene un extraño implante nasal con el que me recuerda a un tucán. Está parada en un rincón del salón, portando un lienzo en el que se lee “¡Parásitos! ¡Mediocres! Vayan a trabajar y dejen de jodernos”. La acompaña un grupo variopinto de ancianos de pelo cano, esbeltos y estirados. La viva imagen de unos terrestres indignados. Los pequeños minidrones con los que los medios están cubriendo el evento los rodean zumbando como una nube de avispas enfurecidas.

Puedo palpar como el ambiente se tensiona. Acá en la Biblioteca hay muchos estudiosos y periodistas que como yo, están convencidos de que necesitamos a los estados satélites para fortalecernos como sociedad, como humanidad. Franzisca abre y cierra la boca como un pez. Veo los robots de Cali y Quitor encendiendo sus luces como una bola de fiesta. Están registrando como locos. Estoy tomando aire para volver el debate hacia algo más concreto, cuando siento una mano ligera que me da golpecitos en el hombro. Ay…

Mi jefa me mira con ojos de cuervo.

– Thea.

Levanto la barbilla en un gesto desafiante.

– Jefa.

– Thea, venga conmigo. -El tono de voz de mi jefa, normalmente tan pacífico, es bajo y cortante. Creo que metí la pata a fondo al intervenir sin estar asignada para cubrir la conferencia. Tengo clarísimo que si Amanda Alcayaga, mi queridísima jefa y protectora desde que llegué a este lugar hace dos años atrás, me hubiese querido acá encendiendo el debate, yo lo hubiera sabido. Pero una parte de mí se rebela contra toda esta situación. Sé más de este hombre que ninguno de mis compañeros. Y estoy más involucrada en el conflicto que nadie. Soy una periodista de 24 años, no una niña de tres. Aun así, la sigo como un corderito alejándome de la multitud que comienza a bombardear al presidente con una infinidad de preguntas, las cuales enfrenta estoicamente como siempre. Acabo de arruinar su día. Por el rabillo del ojo, veo a Franzisca y Ángel que me miran con un poco de pena. Y eso que el día había partido tan bien…

SINOPSIS:

THEA ES TERRESTRE Y HUÉRFANA DE PADRE Y MADRE. EN MEDIO DE UNA CONVULSIONADA TIERRA EN EL AÑO 2111, QUE PIDE EL FIN DE LAS SUBVENCIONES DEL PLANETA MADRE HACIA SUS PLANETAS COLONOS, DESCUBRE PISTAS SOBRE SU PASADO, DEL CUAL CONSERVA FRAGMENTOS DE RECUERDOS. CON RIESGO DE SU VIDA INVESTIGA UNA COLUSIÓN INTERPLANETARIA LLEVADA A CABO POR SEPARATISTAS, DESTINADA A PROVOCAR UNA GUERRA QUE LLEVARÍA AL CAOS.

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