Marzo es engarzarse entre estaciones. Uno llega a marzo ansioso de libertad pero no es capaz de transitar el pretérito, es todo subjuntivo y puntos y coma; al final marzo acaba como el viaje del conductor asalariado y de autobuses, que conoce la carretera y sus cruces, y nunca puede desviar el camino porque es responsable y maniático, protocolario e intransigente. La carretera no entiende de meses,solo de estaciones. Y huele a ambientador de pino. Y un poco a naftalina.

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