—Tenemos una propuesta y tienes que decir sí.

—Sí, contesté, graciosa, tras dos años de propuestas locas.

—Nos vamos a China.

El Año del Caballo se fue, el de la Cabra marchaba.

Empecé a preocuparme cuando Cris dijo que seríamos cuatro: una de sus vendedoras venía.

Ni lo impuso, ni dió otra opción.

En el fondo sabía que algo así podía suceder. Desde que mi madre muriera, dejándome suficiente para ir donde ella nunca fue, sabiendo que algunas cosas matan, pero no viajar te quita la vida.

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