-Yo soy un sueño, un imposible, 
vano fantasma de niebla y luz 
soy incorpórea, soy intangible: no puedo amarte: 

– ¡Oh ven; ven tú!

Gustavo Bécquer

Diluyo entre mis labios tu nombre, saboreo cada sílaba con mi lengua y relamo mis comisuras, mientras susurro al viento que tu presencia no me desampare. Sigues entre mis caprichos más bondadosos y aspiras a desearme aunque seamos tan dispares. Equivocada de la pena que causa el silbido de tu pecho cuando me alejo y remarco los pasos de la distancia, más notoria, tu edad sobre la mía. Es imposible seguir el ritmo de tus piernas entrecruzadas con las mías, y el roce más leve de tu mano con la mía en el bamboleo de una tierna caminata agrieta la dulzura de mi voraz corazón. Recuerdo a Nabokov cuando pienso en ti, aunque no seas tan infante. Sé que la ética es quien nos discrimina y las miradas de unos cuántos mirones que se asombran de tu altura sobre la mía. Te doy un beso en la mejilla y me despido como si fuese un final absoluto. ¡No puedo hacerte mi amante!

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