Ya anciano, el nieto despertó del coma. No recordaba su última conversación antes del accidente:

-Seré millonario, abuelo.
El abuelo reía.
-Me retiraré joven, me casaré con una mujer hermosa y llevaré a mis hijos y nietos a tu finca del norte. Verán la heladería, la feria, la ría, la playa… Y recorreremos el puerto.
-¿y nuestro banco?
-Nos sentaremos en él para contemplar la mar.
Nunca volvió a sentarse en aquel banco donde su abuelo murió, melancólico, recordando esta conversación.

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