Vaya, lo he hecho. Miro a mi alrededor y en ese instante la realidad me pilla desprevenida, y de pronto soy consciente de que lo he conseguido. Me he ido. He cogido mis maletas y echado a correr hacia un futuro incierto y emocionante. Estoy de pie en el andén, rodeada de desconocidos, donde solo puedo escuchar una mezcla de sonidos ensordecedores. Escogeré un tren y no volveré jamás. Me lanzo al vacío. Tengo miedo, estoy ansiosa y soy rematadamente feliz. La vida es mía. Soy libre.

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